La investigación, llevada a cabo por un equipo investigador internacional del Instituto Max Planck para Antropología Evolutiva (Alemania), halló que las variaciones históricas detectadas en las condiciones medioambientales y ecológicas se asocian a repertorios de conducta más amplios en los chimpancés salvajes.
El estudio apunta a que la flexibilidad de comportamiento permite a las especies adaptarse a condiciones ecológicas cambiantes y a la incertidumbre mediante mecanismos como la innovación y una mayor capacidad cognitiva.
De hecho, destaca que algunas especies de pájaros o primates no humanos viven con frecuencia en hábitats que pueden sufrir escasez de recursos periódicos. De manera similar, se cree que nuestra propia especie ha desarrollado un nivel sin precedentes de flexibilidad de conducta a fin de adaptarse y sobrevivir en condiciones medioambientales cambiantes e impredecibles.
Los investigadores encuentran que uno de nuestros más cercanos parientes, los chimpancés, plantean una serie de conductas diversas contempladas en una variedad de contextos, observadas en algunas poblaciones salvajes al tiempo que en otras están ausentes.
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Estos incluyen el uso de instrumentos de comunicación, la búsqueda de insectos, algas, nueces o miel y comportamientos con los que regulan la temperatura, como los baños en piscinas o el empleo de cuevas en entornos extremadamente cálidos.
Algunas de esas conductas, según el equipo investigador, dejaron ver evidencias de haber sido socialmente aprendidas y por ello consideradas como tradiciones culturales en ciertos grupos de chimpancés.
Ese grado de variación en el comportamiento proporciona una oportunidad única, según recuerda el estudio, de investigar los efectos de las condiciones medioambientales en la diversidad de comportamiento dentro de una especie individual.
El equipo liderado por Ammie Kalan y Hjalmar Kuhl, del Programa Panafricano: El chimpancé culto del Instituto Max Planck para Antropología Evolutiva recopiló datos que combinaron el trabajo de campo en 46 sitios con información que ya se tenía sobre los chimpancés.
En sus experimentos, intentaron establecer si los grupos de chimpancés representaban más conductas si vivían en hábitats donde los bosques habían variado en los últimos miles de años.
Esas conductas incluían mayoritariamente el uso de instrumentos y más de la mitad han sido ya descritos en estudios previos.
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Hallaron que tanto las fuentes históricas como las más recientes de variabilidad de conducta estaban asociadas con la diversidad cultural y de comportamiento de los chimpancés.
“Los chimpancés que experimentaban mayor estacionalidad, que vivían en los hábitats de bosques de la Sabana y más alejados de los bosques del Pleistoceno tenían más probabilidades de presentar un set de pautas mayor”, observó Kalan.
Los resultados sugieren que una especie relacionada de manera más estrecha con los humanos también emplea flexibilidad de conducta para adaptarse a entornos más estacionales y más impredecibles.
Como las conductas examinadas se consideran culturales, Kalan indicó que se pudo deducir que “la variabilidad medioambiental también respalda la diversificación cultural en los chimpancés”.
“Aunque hemos aprendido mucho sobre la relación entre variabilidad medioambiental y diversidad en la conducta de los chimpancés en este estudio, podría haber otros factores sociales y demográficos que también han desempeñado un papel importante en el proceso de diversificación conductual”, dijo Kuhl, otro de los investigadores.