Wang Yi dijo ante los delegados de casi 200 naciones algo que se lleva repitiendo desde el estallido de este conflicto, el año pasado, aunque el representante chino quiso dejar claro que toda la culpa es, a su juicio, de Estados Unidos.
“Los aranceles y las provocaciones de controversias comerciales que van en contra de la industria global y de las cadenas de suministro, socavan el régimen comercial multilateral y el orden comercial y económico global y podrían, incluso, llevar al mundo a la recesión”, alertó Wang.
En su discurso, el jefe de la diplomacia china tuvo momentos en los que se reflejaba el deseo de encontrar una solución, que se mezcló con muchos reproches a Washington, pero también con amenazas: “Ante un unilateralismo no podemos quedarnos sentados”.
China y EEUU están enzarzados en un conflicto comercial que estalló el año pasado, que se tradujo en la imposición mutua de tarifas arancelarias y que en sus continuas idas y venidas, encuentros y desencuentros y tuits del presidente estadounidense Donald Trump, afectó casi por igual a la bolsa de Wall Street y a los parqués internacionales.
La bolsa de Nueva York cerró este viernes con sus principales indicadores en rojo, especialmente el Nasdaq, donde cotizan las empresas tecnológicas más importantes, después de que medios locales apuntaran que Trump se plantea, entre otras medidas, sacar a las empresas chinas de la bolsa y buscar un plan para repatriar a las compañías estadounidenses que operan en China.
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El pasado martes, el presidente estadounidense, Donald Trump, también reservó parte de su discurso ante la ONU a las disputas con China, mostrando también esperanzas de cerrar un pacto, pero siempre que no sea perjudicial para EEUU.
“Ojalá que podamos llegar a un acuerdo que pueda ser beneficioso para ambos. Pero no aceptaré un mal acuerdo para el pueblo estadounidense”, alertó el martes Trump, que abundó en que con su guerra comercial está buscando “justicia”.
Trump tuvo también reproches para el gigante asiático asegurando que Estados Unidos “perdió 60.000 fábricas después de que China se uniera a la OMC” (Organización Mundial del Comercio).
“La OMC necesita cambios drásticos. No debería permitir que la segunda economía del mundo se declare un país en vías de desarrollo para trucar el sistema”, subrayó.
Entre otras cuestiones, Estados Unidos acusa a China de forzar la transferencia de tecnología a las empresas que trabajan en ese país. El pasado marzo el Gobierno chino aprobó una nueva ley por la que se prohibió la transferencia forzada de tecnología.
Ante las acusaciones de transferencia forzada, Wang subrayó que “los avances (tecnológicos) no deben ser monopolizados por ningún país y nadie debe obstruir los esfuerzos de otros países de hacer innovaciones”.
“No es legítimo ni justificable que un país en posición de poder imponga sanciones unilaterales o ejerza jurisdicción sobre otros países”, declaró el ministro, aunque sin mencionar en ningún momento a la Casa Blanca.
El responsable chino también dijo que su país no se quedará de brazos cruzados ante los “vientos del proteccionismo” y subrayó que levantar “muros no va a resolver desafíos globales” y que “culpar a otros de los problemas de uno no funciona”.
Más allá de estos reproches, Wang insistió en la disposición de su Gobierno de resolver las fricciones comerciales de “manera tranquila y racional” y de “demostrar la mayor paciencia y buena voluntad”.
Sin embargo, advirtió de que “si la otra parte actúa de mala fe o no muestra respeto a una situación de igualdad o a las reglas en las negociaciones, tendremos que responder de la manera necesaria para salvaguardar nuestros derechos legítimos e intereses”, apuntó.
“Quiero que quede muy claro, China es un país con una civilización de 5.000 años, 1,4 mil millones de personas valientes y trabajadoras y un territorio de 9,6 millones de kilómetros cuadrados. China no se verá acobardada por amenazas, ni se someterá por presión”, declaró.
Trump ya adelantado que no tiene prisa por resolver este problema hasta las elecciones de 2020 y, tras las intervenciones de ambos países en la Asamblea General, no parece que la solución esté a la vuelta de la esquina.