El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China Zhao Lijian se remitió este viernes a lo que ya declaró en otras intervenciones esta semana: “En su etapa final, el cohete vuelve a entrar en la atmósfera, donde la mayoría de sus componentes serán destruidos”.
Esta es una “práctica general a nivel internacional”, había explicado Zhao este miércoles, que añadió que China “siempre ha actuado en el espacio de acuerdo con el derecho internacional”.
Asimismo, después de que le preguntasen si China informará a los países donde podrían caer los escombros cuando consiga información al respecto, Zhao aseguró que China “participa en mecanismos de cooperación multilateral como las Naciones Unidas que incluyen el intercambio de datos e información” y que el país asiático está “siguiendo de cerca” la situación.
Según cálculos de algunos expertos, a partir de observaciones y modelos matemáticos, los restos del vehículo, en el caso de que no se desintegrase por completo en la atmósfera, caerían en algún punto entre los paralelos 41, con mayor probabilidad en el océano.
El cohete chino, que despegó el pasado 24 de julio de la isla de Hainan y tenía como objetivo transportar un módulo a la estación espacial orbital china, la “Tiangong”, está ahora dando vueltas a la Tierra.
A medida que el cohete vaya perdiendo altura en su órbita elíptica se podrá reducir la incertidumbre y ajustar la hora y el lugar de la caída de los restos, en el caso de que no se desintegre en su totalidad al colisionar con el escudo de la atmósfera terrestre.
En mayo del año pasado, otro cohete Larga Marcha 5B puso en alerta a los servicios de vigilancia de todo el mundo, pero terminó desintegrándose casi en su totalidad y los restos cayendo en el océano Índico, sin causar daños.
En los últimos años, Pekín ha invertido fuertemente en su programa espacial, logrando éxitos como el de la sonda lunar Chang’e 4, que alunizó en la cara oculta de la Luna en enero de 2019, un hito jamás logrado en la historia de la exploración espacial.
La estación espacial Tiangong, que significa “palacio celestial” en mandarín, se encuentra en construcción y estará lista a finales de este año, según las previsiones oficiales.
En 2024, es probable que se convierta en la única estación espacial del mundo si la Estación Espacial Internacional, una iniciativa encabezada por Estados Unidos y a la que China tiene vetado el acceso, se retira ese año tal y como está previsto.