Se aguardaba tener una respuesta desde la Junta Médica del Vaticano, para el 61 aniversario del fallecimiento de la beata que se conmemoró ayer. Pero la pandemia pospuso la noticia que pondría a Chiquitunga en el camino de su esperada canonización.
Los testimonios giran en torno a una niña y un niño. Ambos ocurrieron en la etapa gestacional. A la primera le habían diagnosticado enanismo y parvovirus: le daban pocas chances de vida.
“Los médicos le habían dicho a la madre que era muy difícil que nazca, y si nacía corría el riesgo de que se muera en pocos días. Una complicación muy grave”, indicó fray Carlos Medina, vicario de la Orden de los Carmelitas Descalzos para Uruguay, Paraguay y Bolivia.
La madre providencialmente se encontró con un viejo folleto de Chiquitunga y se encomendó a la beata. “Leyó los testimonios que había allí y empezó a rezarle a Chiquitunga: ‘si a tanta gente le concedió (una gracia) por qué a mí no’, se dijo”, reprodujo.
Su hija, a quien bautizó como Yeruti Felicia, nació sin ninguno de los males anunciados y los diagnósticos previos desaparecieron. Hoy tiene un año y medio y estuvo con sus padres cuando dieron su testimonio en el Monasterio de las Carmelitas Descalzas.
Al segundo niño, le diagnosticaron un problema coronario –tenía taquicardia– y corría riesgo de infarto dentro del útero de su madre, quien a sus 44 años atravesaba su primer embarazo. Para evitar complicaciones, lo sacaron por cesárea a los 8 meses, sin que se desarrollara completamente su pulmón y con el problema cardiaco. La válvula de entrada de oxígeno al pulmón no estaba desarrollada. Se sometió a tres cirugías, procedimiento de invasivos de intubación, cateterismo y otras intervenciones quirúrgicas.
El niño se llama Carlos Jesús, tiene hoy un año y medio.
“Van a seguir surgiendo más casos, es admirable cómo la gente le deposita su confianza a Ella. Así que hay mucha gente rezándole y esa es la manera concreta de que surjan los milagros”, refirió Medina.