21 mar. 2025

Chita ha kokue rebelión

Y pidió nomás disculpas Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol, por sus comentarios coloquiales respecto a lo que significaría la ausencia de equipos brasileños en la Copa Libertadores.

Si revisamos lo que dijo y la frase que enfatizó al final en la entrevista cuando expresó que le parecía “imposible”, se nota a las claras su intención de remarcar que la relación del torneo en cuestión con la participación de los destacados clubes brasileños es esencial.

También hay una connotación en tono distendido que hace referencia a la amistosa relación del fútbol continental con las afamadas escuadras brasileñas. Cualquiera puede entender que el comparativo fue jocoso, no belicoso, ya que alaba a Brasil como el alma de lo deportivo y de lo entretenido que se conjugan en ese evento.

Este incidente se une a otras cuestiones como el de las sanciones y pedidos de disculpas por expresiones del público en las gradas de fútbol. Es evidente la mano de poderes detrás del poder oficial que dirigen estas acciones.

Censores. Interpretaciones y malinterpretaciones, donde unos seudoexpertos se van colocando en la tarima de los censores universales del lenguaje, recuerdan las advertencias del escritor y periodista George Orwell, quien en sus obras 1984 y La rebelión en la granja advertía de lo que ocurre en la sociedad cuando organismos de poder totalitario controlan la información pública y manipulan el lenguaje como arma de domesticación. Quien domina lo que se puede o no decir en cada instancia, aún en contra del sentido común, y se sale con la suya, pretende ejercer un poder incluso sobre la mente de las personas, a quienes no respeta en su libertad.

Ese poder no es sensible, solo usa la sensiblería como un arma de propaganda.

Hemos pasado de una insensibilidad a esos temas del lenguaje a una hipersensibilidad que, sin embargo, es empleada con habilidad por poderes extradeportivos. Ni lo uno ni lo otro es aconsejable.

Educación. Es cierto que muchas veces las palabras hieren, pero no se soluciona con multimillonarias demandas judiciales ni con especializados ministerios o juzgados especiales presupuestados con la plata del pueblo. Al contrario, requiere educación, la cual es un proceso paciente y altruista de desarrollo de una libertad responsable.

Complejos. En vez de aprovechar ese espacio popular para unirnos y fortalecernos como comunidad con nuestras diferencias, nos quieren acomplejar, aniñar, como masa informe y obediente a los poderes fácticos. Y quienes lo pretenden saben que el fútbol es una escuela de gran influencia mediática que puede usarse con fines extrafutbolísticos. Es triste que los líderes deportivos se presten a ese juego.

Orwell hizo una crítica acertadísima al régimen totalitario comunista, del que fue primero entusiasta defensor, pero luego reculó al comprobar sus mecanismos coercitivos inhumanos de control poblacional de masas.

El Ministerio de la Verdad es sinónimo de propaganda, censura, reinterpretación y reescritura de todo, además de control exhaustivo; el problema es que, al inicio, la gente no ve venir la magnitud de su renuncia, cuando cede en sus libertades básicas poco a poco, por escuchar el canto de sirena de los buenistas del clan.

No hay que dejarse manipular, los aficionados que sostienen el fútbol son personas libres y en la mayoría absoluta también son partidarios del buen humor. Los que exageran que se hagan responsables, y al resto déjenlo disfrutar la fiesta en paz.

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