El análisis del 2021 de la alianza internacional de organizaciones ecologistas Global Mangrove Alliance (GMA) muestra que estos ecosistemas marinos costeros –con una extensión de cerca de 140.000 kilómetros cuadrados en zonas tropicales y subtropicales– protegen frente a la erosión, el oleaje y el aumento del nivel del mar y reducen el riesgo de inundación.
Según los cálculos de GMA, previenen daños a la propiedad por valor de más de 64.000 millones de euros anuales a unos 15 millones de personas.
Además, son capaces de capturar altas tasas de carbono, hasta el punto de que “una hectárea de manglar fija cien veces más carbono que otra de bosque tropical”, ha explicado Ricardo Aguilar, director de expediciones de Oceana Europe.
Otra de sus ventajas es que sus raíces funcionan como hábitats para cría de moluscos, peces y crustáceos, por lo que aproximadamente un tercio de las pesquerías de pequeña escala dependen de su existencia.
Octavio Aburto, profesor investigador en ecosistemas marinos del Instituto de Oceanografía Scripps de la Universidad de California en San Diego (EEUU), ha certificado que “muchas de esas especies no sobrevivirían sin los manglares”.
Pérdida por el impacto humano
Pese a todos sus beneficios, esta especie se halla en retroceso: el análisis de la GMA identificó pérdidas de manglar en un 10,8% –más de 15.000 kilómetros cuadrados– solo entre 1996 y 2016 y concluyó que el 60% de esas pérdidas –sobre todo en sus hábitats más habituales: el sureste asiático, Centroamérica y el Caribe– se debieron al impacto humano a través del desarrollo costero, la acuicultura y la deforestación.
De acuerdo con los expertos consultados por Efe con motivo del Día Internacional de los Manglares que se conmemora este martes, entre las mayores amenazas para este ecosistema marino figura el desarrollo turístico, que implica una pérdida del 3% del total mundial.
México, por ejemplo, perdió cerca de diez mil hectáreas en el año 2020 “en zonas como Nayarit o Quintana Roo”, ha asegurado Miguel Rivas, director de la campaña Hábitat de Oceana México.
Sin embargo, la primera causa de pérdidas directas, con un 47%, es el crecimiento de la acuicultura de peces y camarones, mientras que la extracción de carbón y madera, la tala y las plantaciones de palma es responsable de otro 12%.
La tasa de deforestación ha disminuido en el último decenio, pero siguen desapareciendo ejemplares, si bien de manera “fragmentada, no bosques completos, lo que hace que su situación no se vea tan urgente”, ha indicado Aburto.
Fenómenos climáticos
Otro problema es el cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos, ha añadido Aguilar, ya que, según estimaciones del IPCC, la vegetación costera perderá hasta un 44% de su superficie de aquí a 2080 si se produce un aumento del nivel del mar de entre 36 y 72 cm.
“Cerca del 42% de todos los manglares perduran en Áreas Naturales Protegidas”, ha añadido Rivas, aunque “desafortunadamente, no todas cumplen con los estándares nacionales de protección, ya que también hay pérdidas debido a un manejo ineficaz o a la falta de regulación adecuada”.
Además de la protección, es necesario plantearse la “recuperación de los ecosistemas perdidos”, ha añadido Pilar Jacobo, especialista en manglares de WWF México, por lo que es preciso “conectar las políticas públicas, las comunidades costeras y los gobiernos locales” para “impulsar estrategias de mitigación”.
En esa línea, la GMA tiene el objetivo de aumentar el área de manglares en un 20% para 2030 y recuperar sus servicios ecosistémicos, las pesquerías, la calidad del agua, la fijación de carbono, la protección costera, los empleos y la seguridad alimentaria.