Los investigadores, que mantienen que esas marcas no tienen un origen natural, han comprobado además que los neandertales habrían accedido en varias ocasiones a esa cueva para marcar simbólicamente y de una forma intencionada y reiterada una estalagmita localizada en medio de una gran sala.
En la investigación han participado científicos de las universidades españolas de Cádiz y de Barcelona, del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de la Universidad de Burdeos y del Neanderthal Museum de Alemania, y los resultados aparecen hoy publicados en la revista estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Los investigadores han corroborado que, a pesar de lo que sostienen las voces científicas más críticas, las marcas rojas que hay sobre la estalagmita son resultado de la actividad humana y que el ocre que utilizaron para hacer esas pinturas lo habrían recolectado en el exterior de la cueva.
En la investigación han participado, entre otros, los catedráticos José Ramos (Prehistoria) y Salvador Domínguez-Bella (Cristalografía y Mineralogía) y el científico Pedro Cantalejo, de la Universidad de Cádiz (sur de España); y los investigadores África Pitarch Martí y Joao Zilhao, de la Universidad de Barcelona.
Los principales centros de investigación que han intervenido en el trabajo han destacado hoy que uno de los retos principales de la arqueología es determinar en qué momento aparecieron los símbolos y qué implicaciones tuvo su uso en el comportamientos humano.
Han apuntado además que las pinturas más antiguas encontradas hasta ahora son las de tres cuevas españolas, localizadas en Cáceres, en Cantabria y en Málaga, que tendrían unos 65.000 años de antigüedad, aunque su datación, según han señalado los centros, ha desatado un debate muy intenso en la comunidad científica, porque sugiere que las pinturas habrían sido realizadas por los neandertales.
En pinturas analizadas en las islas de Borneo y Sulawesi (Indonesia) se han obtenido y datado unas edades mínimas de 39.900 y 43.900 años respectivamente.
Otro ejemplo es el de la cueva de El Castillo (Cantabria), en el norte de España, donde se ha obtenido una edad mínima de 40.800 años para un disco rojo; y las cronologías más antiguas, de hasta 64.800 años, corresponden a una mano (en Maltravieso, Cácere, en el oeste de España), un conjunto de trazos lineales formando un símbolo similar a una escalera (en La Pasiega, Cantabria) y un grupo de estalagmitas coloreadas (Ardales, Málaga).
Pero estas últimas cronologías han sido objeto de controversia, porque indicarían que esas manifestaciones artísticas aparecieron al menos 20.000 años antes de la llegada de los hombres modernos al continente europeo, lo que apunta a una autoría neandertal.
Los más escépticos han puesto en duda que las marcas rojas de la superficie del gran domo estalagmítico en la caverna de Ardales sean de origen humano y mantienen que podría tratarse de depósitos naturales, pero los investigadores han comprobado en este nuevo estudio que fueron hechas con un pigmento a base de ocre y aplicado de una forma intencionada.
Esta cavidad malagueña es una de las cuevas con arte parietal paleolítico más importantes del sur de Europa y se han contabilizado ya más de mil representaciones gráficas, tanto abstractas como figurativas, y en el interior se han encontrado además herramientas para el procesamiento de colorantes y fragmentos de pigmentos.
La localización y la distribución de las marcas, así como el tamaño y morfología de los cristales que componen esos residuos rojos en la estalagmita descartan que se trate de depósitos de origen natural, según los investigadores.
La investigación supone la constatación de que las poblaciones neandertales eran sociedades perfectamente organizadas, en sus aspectos sociales, económicos y simbólicos, según ha explicado el catedrático José Ramos en una nota difundida por la Universidad de Cádiz.
El investigador Joao Zilhao, de la Universidad de Barcelona, ha observado por su parte que los datos de la cueva de Ardales y otras cuevas ibéricas con arte parietal realizado hace más de 65.000 años revelan que el mundo subterráneo tuvo un papel fundamental en los sistemas simbólicos de las comunidades neandertales.
En una nota difundida por la Universidad de Barcelona, los investigadores han apuntado que la acción de marcar repetidamente con pigmento rojo formaciones tan imponentes como la cúpula de Ardales sugiere que sus autores querían resaltar y perpetuar la importancia de ese emplazamiento a través de narraciones transmitidas entre generaciones.