El estudio, publicado por los sacerdotes italianos Gabriele Gionti y Matteo Galaverni en la revista Physical Review, estudia el momento primigenio del espacio y tiempo partiendo de la base de que los marcos de Pascual Jordan y Albert Einstein “no siempre son matemáticamente equivalentes”.
Al principio de los tiempos, se cree que el universo se expandió de forma exponencial a partir de un estado de altísima densidad, el Big Bang, un fenómeno que, según los autores, “solo puede ser explicado suponiendo que las leyes de la gravedad hayan sido mucho más complicadas en aquella fase inicial” respecto a las descritas en la Teoría de la Relatividad General de Einstein (1915).
En el pasado se habían propuesto teorías alternativas de gravedad en las que esa fuerza variaba en el espacio y el tiempo, y una de las más estudiadas y aceptadas es la de Carl Brans y Robert Dicke.
Se trata de una aproximación a la teoría cuántica de la gravedad, en la que se combina la relatividad general de Einstein, sobre el comportamiento de la materia a larga escala, como los cúmulos de galaxia, con la mecánica cuántica, que muestra la física en escalas microscópicas, a nivel atómico y subatómico.
Los científicos de la Santa Sede han descubierto un nuevo marco que parte del de Jordan a otro “no considerado previamente” y en el que existe un límite en el que la gravedad se mantiene hasta el infinito mientras que la velocidad de la luz se reduce a cero.
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“Esta nueva perspectiva podría dar origen a una revolución en nuestra comprensión del universo primordial. En particular, estos resultados ofrecen una nueva clave de lectura a las teorías formuladas precedentemente sobre la fase de expansión exponencial del universo”, se lee en el artículo.
En concreto, esta nueva teoría rebate los estudios del astrofísico ruso Alekséi Starobinski, uno de los principales contribuyentes de la teoría de la inflación cósmica, la explicación física sobre la expansión rápida del universo en sus albores.
Los autores del estudio consideran que sus resultados incluso “podrían favorecer la investigación para una teoría más general sobre la gravedad cuántica”.
El observatorio vaticano, cuyos orígenes se remontan al siglo XVI y que cuenta con telescopios en el palacio pontificio de Castel Gandolfo y en Arizona (EEUU), celebró que los científicos “están siguiendo los pasos de muchos otros científicos católicos” del pasado.
Por ejemplo, los jesuitas Giovanni Battista Ticcioli y Francesco Maria Grimaldi llevaron a cabo los primeros estudios de precisión sobre la gravedad, o el cura belga Georges Lemaitre, padre de la teoría del Big Bang o del “átomo primigenio”.