El hallazgo del cráneo del primer lobo adulto en Europa es avance para “entender a esta especie y su evolución” en el continente, explicó el coordinador de la investigación, Raffaele Sardella.
El estudio, publicado en la revista Scientific Reports y realizado por investigadores de la Universidad de La Sapienza de Roma (centro) y la Universidad Estatal de Milán (norte), se centra en los restos fósiles encontrados en la ciudad de Ponte Galeria, municipio vecino a Roma y una de las localidades paleontológicas más ricas de Italia.
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Los fósiles, que habían quedado abandonados en el almacén del departamento de ciencias de La Sapienza durante meses, fueron recuperados para ser analizados con nuevas técnicas como el escáner TAC (tomografía axial computarizada).
Tras ser escaneados, los investigadores unieron digitalmente las partes para recrear en 3D la estructura craneal original y así poder analizarla, medirla y compararla con otras muestras encontradas anteriormente de otras especies.
“Algo destacable de este fósil es que estaba cubierto y relleno de sedimento volcánico, lo que nos ha permitido datar estos restos”, detalló Sardella.
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Gracias al análisis de los minerales que recubrían las piezas realizado por el equipo de geólogos se pudo datar el cráneo de hace 400.000 años, en pleno pleistoceno medio, convirtiéndolo en el primer lobo identificado hasta el momento en Europa.
Antes de esta investigación, los restos fósiles más antiguos de lobo (Canis lupus) fueron encontrados en Francia y en el noreste de Roma y databan el primer espécimen de hace 300.000 años.
El hecho de que este animal, símbolo de la ciudad de Roma por su protagonismo en el mito de Rómulo y Remo, fundadores de la ciudad, existiera desde hace tantos siglos destaca “la capacidad evolutiva del lobo que logró adaptarse a los cambios climáticos”, añadió Sardella.
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La investigación demuestra que el lobo se dispersó por el continente europeo durante una de las fases de glaciación que tuvieron lugar en el pleistoceno, por lo que el mamífero habría logrado adaptarse a las temperaturas frías y al posterior calentamiento.
El coordinador de la investigación se mostró orgulloso por la contribución realizada desde el área de la paleontología y geología y recordó que “si se protege el lobo, se debe entender su carácter salvaje cuando está en libertad y cuidarlo también en su hábitat natural”.