01 may. 2025

Cinco décadas del disco de Pink Floyd que iluminó el lado oscuro de la vida

Hace 50 años, la agrupación británica de rock presentaba The Dark Side of the Moon, uno de los álbumes más importantes de la música, con una vigencia que traspasa generaciones y épocas.

Mucho antes de que la salud mental encuentre por fin hueco en las agendas mediáticas y de gobierno en varios países, Pink Floyd convirtió esta materia en el sustrato de su disco más ambicioso, The Dark Side Of The Moon, que alcanza medio siglo como un faro no solo para la música, sino también para la vida.

La fecha de su publicación diverge entre el 1, el 23 o el 24 de marzo de 1973. Warner Music, poseedora de su catálogo, viene a solventar el dilema con la edición recientemente lanzada de una caja Deluxe, que, entre otros atractivos, recoge el directo que la banda ofreció en Londres en 1974, en el Wembley Empire Pool, que por primera vez estará al alcance de los fanáticos en vinilo.

Su dimensión en la historia de la música viene avalada por parámetros tan evidentes como los comerciales. Se trata de uno de los discos más exitosos del mundo, alcanzó la cifra de 50 millones de copias vendidas.

Entonces formado por Roger Waters, en el bajo y la voz; David Gilmour, en la voz y guitarras; Nick Mason, en la batería y la percusión; y Richard Wright, en el órgano, piano y sintetizadores; Pink Floyd llenó sus arcas gracias a aquel material discográfico, que además les proporcionó su mayor salto de fama internacional tras siete discos previos: The Piper at the Gates of Dawn, de 1967; A Saucerful of Secrets, de 1968; More y Ummagumma, de 1969; Atom Heart Mother, de 1970; Meddle, de 1971; y Obscured by Clouds, de 1972.

Oscuro. La banda británica sufrió en 1968 la salida forzosa de su hasta entonces líder, Syd Barrett, aquejado por un deterioro mental que el uso frecuente de alucinógenos hizo más severo y que aún hoy sigue sin diagnóstico firme. Aquello marco la deriva de Pink Floyd, que contrató a Gilmour como miembro de pleno derecho para sustituirle en la guitarra y vio como Roger Waters asumió progresivamente la batuta de la agrupación.

Fue suya la idea de dedicar el octavo álbum del conjunto a los estragos que la vida moderna suponían para el hombre, muy influidos por la experiencia personal de Barrett. Su título mismo no alude a la luna como satélite, sino al carácter lunático de las personas.

Otra particularidad fue que las canciones se presentaron en vivo antes de ser grabadas, por lo que fueron creciendo en directo hasta ser inmortalizadas en los estudios de Abbey Road en Londres.

Contaron como productor con quien había sido ingeniero en los discos de los Beatles Abbey Road y Let it Be y que terminó convirtiéndose él mismo en una estrella de la música cuando tres años después emprendió su propio proyecto: Alan Parsons.

Al exquisito resultado sin duda contribuyeron las posibilidades técnicas del lugar, donde contaron con una mesa de mezclas de 16 pistas que les permitió tratar con mimo no solo cada uno de los instrumentos, sino también los numerosos recursos extramusicales que añadieron, desde el latido del corazón con el que empieza y acaba el álbum hasta las emblemáticas monedas de Money.

Luz. Aquella denuncia de la ambición fue el corte de mayor éxito del disco y de la carrera entera de Pink Floyd, en un álbum de diez temas entrelazados hasta sumar apenas 42 minutos que convierten su escucha en una experiencia muy disfrutable, en contraste con la densidad que a menudo se achaca al rock progresivo.

Speak to Me, Breathe, On the Run, Time, The Great Gig in the Sky, Money, Us and Them, Any Colour You Like, Brain Damage y Eclipse son los títulos de las diez canciones que integran el material discográfico que se convirtió en un clásico indiscutible de la música.

Quedaba solo por modelar el último de los elementos que han hecho de The Dark Side of The Moon algo icónica en la cultura popular: Su portada.

Diseñada por Storm Thorgerson, del colectivo Hipgnosis y dibujada por George Hardie, la premisa era buscar claridad y concisión al reflejar la luz de los espectáculos de Pink Floyd y su amplio espectro temático. Así llegó la idea de la portada en negro y el haz que, al filtrarse por un prisma que ocupa la posición central, sale refractado en forma de arcoíris. EFE