Después de imponer tarifas al aluminio y al acero, el presidente estadounidense continúa su guerra comercial con el sector de la automoción que puede afectar especialmente a Canadá y México, a quienes tiene en vilo con la amenaza de aranceles del 25% a todos sus productos.
El anuncio provocó fuertes caídas en las bolsas europeas y asiáticas, con empresas como Toyota, Hyundai y Mercedes en cabeza de estas pérdidas, y llamados al diálogo y la negociación desde el sector automotor.
Los nuevos aranceles empezarán a cobrarse el 3 de abril, según dijo Trump, y afectarán a los autos y camiones ligeros fabricados en el extranjero. En ese mes también se impondrá la misma tarifa a los componentes y piezas sueltas.
“Vamos a cobrar a los países por hacer negocios en nuestro país y tomar nuestros trabajos, tomar nuestra riqueza”, explicó Trump en el Despacho Oval de la Casa Blanca.
Uno de sus asesores explicó que estos aranceles se sumarán a las tasas preexistentes (habitualmente del 2,5%), con lo que los autos importados pasarán a tributar al 27,5% de su valor.
Sin embargo, en el caso de los vehículos eléctricos chinos, gravados desde agosto al 100%, los gravámenes aduaneros ascenderán al 125%.
El proyecto cuenta con una excepción; los vehículos ensamblados en México o Canadá estarán sujetos a un impuesto del 25% solo sobre la parte de piezas sueltas que no procedan de Estados Unidos.
Varios países han abierto la puerta a estudiar respuestas contra estos aranceles, como Francia, Canadá, Alemania o Japón.
En este sentido, Trump amenazó a Canadá y a la Unión Europea con “aranceles a gran escala, mayores de los ya planeados” si trabajan conjuntamente “para hacer daño económico a Estados Unidos”.
Pero las nuevas medidas incomodaron también a los fabricantes estadounidenses, incluso a su asesor y jefe de Tesla, Elon Musk, quien dijo que los costes de producción de su empresa iban a aumentar.
“Para ser claros, esto afectará al precio de las piezas de los autos Tesla que vienen de otros países. El impacto en el coste no es trivial”, escribió en X el hombre más rico del mundo.
La asociación de fabricantes de automóviles estadounidenses reclamó en un comunicado aplicar los aranceles “de forma que se evite un aumento de precios para los consumidores” y “se proteja la competitividad” de la industria.
El Centro de Investigación del Automóvil había estimado previamente que los aranceles de Trump podían incrementar el precio de un vehículo en varios miles de dólares y lastrar el mercado laboral.
Sin embargo, el asesor de Trump en esta materia, Peter Navarro, arremetió contra “los tramposos del comercio internacional” que han convertido la industria estadounidense “en una operación de ensamblado de piezas extranjeras con bajos salarios”.
Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump impuso aranceles a sus principales socios comerciales (Canadá, China y México) y también al acero y el aluminio, metales en ambos casos usados en la industria automotor.
El magnate republicano defiende esta política como una forma de aumentar los ingresos del gobierno y revitalizar la industria estadounidense, aunque también puede estropear las relaciones con aliados cercanos como Japón, Corea del Sur, Alemania y especialmente, Canadá y México.
Muchos fabricantes estadounidenses tienen en estos dos países plantas que abastecen el mercado interior. México, por ejemplo, exporta un 80% de los vehículos que fabrica a su vecino septentrional, según datos oficiales.