28 ene. 2025

¡Claro que se puede!

Entre atónitos, incrédulos y hasta perplejos, veíamos en televisión imágenes que mostraban un camión de mediano porte estacionado sobre el puente del río Monday, pocos kilómetros antes de la localidad de San Alberto, en Alto Paraná.

Amparados por lo solitario del lugar y la falta de control, dos personas bajaban neumáticos –gastados a más no poder– de la carrocería... para arrojarlos al cauce del río. Como noticia y con esas imágenes de por medio, aquello era impactante, pero reflejaba una práctica para nada inusual en nuestro país. Esto ocurrió hace menos de cuatro años, y jamás se supo o informó de algún seguimiento realizado por la autoridad competente, ni tampoco que los responsables hayan recibido sanción alguna.

Con esas imágenes aún grabadas en la memoria y conscientes de que el problema de fondo aún no estaba resuelto, fue una doble alegría cuando a fines del año pasado un matrimonio joven que lleva adelante un proyecto de reutilización de cubiertas usadas resultaba ganador de un premio de la ADEC.

Una alegría duplicada porque, por un lado, se daba así un justo reconocimiento a estos jóvenes emprendedores que, usando tecnología de vanguardia y procesos automatizados en combinación con trabajo manual especializado, transforman neumáticos fuera de uso en materia prima para nuevos productos. ¡La economía circular en acción! Por otro lado, se avizoraba una solución a corto plazo de una problemática en preocupante aumento, por todas las consecuencias que acarrea.

No existiendo en nuestro país un plan direccionado al almacenamiento y/o procesamiento de las cubiertas usadas, la constante ERA que las mismas fueran a parar a vertederos, cauces hídricos o patios baldíos, inclusive quemadas muchas veces.

La incógnita relacionada con la solución de esta problemática encontró así una vía absolutamente válida para superar los obstáculos y convertirse en una oportunidad. Un paso enorme en la solución sustentable de un problema ambiental que era causado por estos mal llamados “desechos”, que hoy son transformados en acero de alta calidad y pepas de caucho sintético.

Igualmente, se obtienen en el proceso caucho granulado de gran efectividad para la fabricación de canchas de pasto sintético, y polvo de caucho, que se utiliza para el moldeado de suelas de zapatos como también para mezclar con el asfalto, resultando una resistencia y durabilidad mayores.

¡Claro que se puede! Sumadas a las bondades de la economía circular en el reaprovechamiento de estos recursos, la recolección de cubiertas significa una fuente de ingresos para una importante cantidad de personas, mejorando su entorno y calidad de vida, amén de los puestos de trabajo directos creados a partir de esta novel industria.

Por su parte, las autoridades nacionales supieron justipreciar estos esfuerzos provenientes del sector privado, y colaboran creando un marco legal e impositivo atractivos, además de comprometer la adquisición de estos productos para implementar y mejorar instalaciones, como ser canchas deportivas de instituciones educativas, parques y plazas, por solamente citar algunos.

¡Claro que se puede! A través de claros ejemplos como este, donde la iniciativa privada a través de alianzas estratégicas dio pasos de gigante hacia la preservación del medioambiente, haciéndolo en forma legal y rentable.

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