Estados Unidos es el mayor ejemplo y América Latina la excepción de una tendencia a castigar en las urnas a los partidos en el Gobierno, algo que Kevin Casas-Zamora, secretario general del Instituto para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional), atribuye en buena parte a “la resaca del Covid”. Este costarricense, que fue vicepresidente segundo de su país, opina que el trauma que originaron las medidas para contener la pandemia en 2020 todavía influye en el ánimo de los votantes de 2024. Es un “rezago” que también se dio en la reacción a la crisis de las hipotecas abierta a partir de 2008.
TRUMP. En Estados Unidos, donde el republicano Donald Trump derrotó claramente a la demócrata Kamala Harris el 5 de noviembre, un factor determinante del “castigo” al gobierno de Joe Biden ha sido la inflación, que precisamente es una consecuencia de la pandemia, agrega en unas declaraciones a EFE.
inflación. ”La inflación es políticamente tóxica y siempre lo ha sido”, dice para explicar por qué en otros muchos países el resultado electoral ha sido desfavorable a los candidatos y partidos que querían seguir en el poder, como es el caso del Reino Unido, donde los laboristas, con Keir Starmer a la cabeza, desbancaron del poder en julio a los conservadores después de 14 años.
América Latina, en líneas generales, se ha mantenido al margen de esta tendencia, como muestra que Claudia Sheinbaum, heredera política de Andrés Manuel López Obrador, haya ganado en México, y Luis Abinader haya sido reelegido en República Dominicana.
En Uruguay, por el contrario, el izquierdista Frente Amplio derrotó en las urnas a la coalición de centro-derecha liderada por el presidente Luis Lacalle Pou y Yamandú Orsi, apoyado por José Mujica, dirigirá el país a partir de marzo próximo.
Otra de las tendencias que el director de IDEA Internacional ha visto en las numerosas elecciones de este año en el que vota medio mundo es que en promedio se ha registrado un repunte de la participación, lo cual no es “una mala noticia”, pues en los 15 años anteriores había caído 10 puntos.
Según cifras de IDEA Internacional, un organismo intergubernamental con sede en Estocolmo, el promedio de participación en las elecciones de este año es del 61% del total de electores.
democracia en declive. En un informe publicado a comienzos de 2024 IDEA Internacional había alertado del declive de la calidad de la democracia en el mundo y eso se ha visto en algunas de la elecciones de 2024.
El caso “más obvio” es el de Venezuela, donde el 28 de julio pasado se celebraron elecciones presidenciales, de las que el Consejo Nacional Electoral, sin dar a conocer las actas de votación, proclamó inmediatamente ganador al presidente Nicolás Maduro.
El resultado oficial fue rechazado por la oposición mayoritaria, que insiste en que el ganador fue su candidato, Edmundo González Urrutia –reconocido como tal por EEUU y otros gobiernos e instituciones, como el Parlamento Europeo–, con el respaldo del 83,5% de las actas electorales que asegura haber reunido a través de testigos y miembros de mesa la noche de las elecciones.
“Las elecciones de un país son un reflejo de la calidad de las instituciones democráticas que lo rodean. Es muy difícil tener elecciones dignas de ese nombre si la calidad no es buena”, indica Casas-Zamora
La renovación del mandato de Nayib Bukele en El Salvador en febrero, a pesar de que la Constitución salvadoreña prohíbe la reelección, y de Vladimir Putin el mes siguiente en Rusia, con un 87,34% de los votos frente a un 4,1% del segundo candidato más votado, evidencian que la democracia está bajo asedio en sus países, de acuerdo con este especialista en la materia.
Fraude e injerencia. No han faltado en las elecciones de este año las denuncias de fraude e irregularidades.
En Georgia, después de que la oposición saliera a las calles a denunciar que hubo fraude en las elecciones parlamentarias de octubre, en las que los resultados oficiales dieron la victoria al partido gobernante Sueño Georgiano, prorruso, la tensión ha escalado con la elección como presidente mediante una votación parlamentaria del prorruso Mijaíl Kavelashvili .
La presidenta saliente, la europeista Salomé Zurabishvili, se niega a abandonar el cargo, ya que no reconoce la legitimidad del Parlamento que salió de las elecciones legislativas de octubre, y las calles han vuelto a llenarse de manifestantes.
Un caso sin precedentes es el ocurrido en Rumania, donde las autoridades electorales anularon la primera vuelta de las presidenciales, celebrada el 24 de noviembre, por informes de inteligencia que apuntan a una interferencia de Rusia en las redes para favorecer al candidato de extrema derecha Calin Georgescu, que iba a disputar la segunda vuelta con la reformista Elena Lasconi.
Se esperan nuevas elecciones para marzo o abril y los partidos europeístas han anunciado que negociarán una coalición para frenar a la ultraderecha.