Gustavo Soto, administrador de la aduana de Ciudad del Este, dijo que se está investigando y que se están tomando medidas. Afirmó que hay un trabajo de inteligencia que se está realizando en otra instancia dentro de la Dirección Nacional de Ingresos Tributarios (DNIT), con conocimiento de Óscar Orué, titular de esta dependencia del Estado. “No se puede publicar nada sin antes tener un resultado. Esto está en otra instancia y son ellos los que van a disponer las acciones que correspondan. En esto tenemos que ser discretos”, aseguró.
En todo caso, más datos se darían ya en la capital, en la gerencia de Aduanas, y en lo que a él corresponde, están en plena tarea. “Se que se está gestionando trabajo con otras instituciones, más no sé. Allí podrían tener una información más global sobre el planteamiento global”, se excusó.
LA SITUACIÓN. Datos señalan que el contrabando de cobre hacia el Brasil desde el Paraguay, además de este paso fronterizo, se da también supuestamente por puerto Indio, ubicado al norte de Alto Paraná, en el distrito de Mbaracayú, además del distrito de Pindoty Porá, Departamento de Canindeyú.
Se habla de un delito de varias caras, donde se tienen evasión fiscal, la comisión de crímenes ambientales y enorme corrupción. La denuncia refiere que para evitar pasar por el escáner de la Receita Federal (Secretaría de Ingresos Fiscales del Brasil), por donde pasan camiones de gran porte vacíos o cargados, la red estaría utilizando furgonetas que transportan la carga ilegal en fondos falsos.
En la frontera seca con el Brasil, en el Departamento de Canindeyú, entre las ciudades Pindoty Porã, distrito de Corpus Christi y Sete Quedas, del estado de Mato Grosso do Sul, es uno de los pasos muy utilizados para el contrabando de cobre. Por este paso, el cruce no es con furgonetas, sino con camiones de gran porte, según los datos.
Se habla de que cada camión que cruza la frontera, transporta unos 30.000 kilos de cobre de contrabando hasta la ciudad brasileña de São Paulo, donde se pagan G. 65.000 por el kilo del material, casi el doble de lo que se paga a nivel local.
Este enorme negocio ilícito tiene su origen en el robo de cables, generalmente cometidos por personas adictas a drogas, conocidos como chepis, que operan mayormente en el Departamento Central.