22 dic. 2024

Colorín Colorado

En el reino de Colorín Colorado vivía un hombre conocido como Perico. Él era un exitoso empresario cuya fortuna fue creciendo de forma silenciosa durante años.

Pero en el reino, también había otros comerciantes similares a él. Todos ellos decidieron unirse a un club, el cual les parecía muy interesante porque no solo les daba poder. Ahí, se ayudaban entre todos, aunque eso requiriera cubrirse las espaldas.

Perico se fue haciendo de contactos y amigos. Varios de los miembros de su club, que también manejaban el poder en el reino, se habían colocado en cargos importantes. Eso les permitía crear nuevas leyes o eliminar todas las que afectaban a sus intereses económicos. En el grupo de Perico y sus amigos, varios habían aumentado sus fortunas utilizando al reino como herramienta o ejerciendo actividades fuera de la ley.

Colorín Colorado era un reino muy rico, pero solo aquellos que eran parte del grupo al que pertenecía Perico tenían una posición privilegiada. Todos sacaban alguna que otra ventaja por el simple hecho de estar en la misma vereda. El resto de los habitantes estaban abandonados a su suerte.

Las situaciones de injusticia y corrupción que se daban en Colorín Colorado llegaron a los oídos del rey supremo de la región, quien empezó a identificar a algunos de los que operaban por fuera de la ley y los agregó a una lista negra. Pero el club de Perico siguió en las mismas, ya que todo lo que pasaba dentro del reino estaba controlado por el club. Sus redes estaban en todas partes.

Como resultado de una de las intervenciones del rey supremo y en colaboración con las fuerzas de seguridad del reino, se desmanteló un grupo criminal que desde Colorín Colorado traficaba sustancias prohibidas a otras regiones. Pero, para sorpresa de algunos, Perico estaba vinculado a este esquema. Varios de sus amigos ya habían sido señalados con anterioridad.

Perico, gracias a su club, logró ocupar un cargo importante como uno de los asesores de leyes del reino, y este no dudó en empezar sus gestiones para mantener su poder, así como su posición privilegiada. Solo así podría escapar de alguna sanción mientras los ojos del rey supremo estaban posados sobre Colorín Colorado.

Todos los miembros del club de Perico sabían que la forma más efectiva de mantener sus privilegios era con dinero. Él no dudo un solo segundo en hacer lo necesario para seguir contando con la protección de quienes controlaban el reino. Sus gestiones dieron frutos, y se volvió a ubicar como asesor de leyes, pero esta vez en uno de los grupos de mayor poder.

Perico y sus amigos sabían que nadie les podría tocar mientras contaran con la protección del club. Para controlar el enojo de los otros habitantes, de vez en cuando, Perico y sus amigos del club salían a repartir unos panes que les sobraban y algunas monedas. Los habitantes de Colorín Colorado pensaron que con la intervención del rey supremo el reino sería liberado de la sombra oscura a la que pertenecía Perico, pero esto no sucedió.

Poco después, mientras Perico y sus amigos estaban reunidos para celebrar la extensión de sus privilegios, los habitantes que vivían abandonados decidieron reunirse en secreto. Tras un largo debate, todos lograron comprender que ellos también podrían formar su propio club e intentar tomar el poder en Colorín Colorado.

Una vez que los amigos de Perico supieron sobre el nuevo club, buscaron impedir que esto pase e incluso ofrecieron dinero a algunos alborotadores para que los “olvidados” no se pongan de acuerdo. Todos juntos, triplicarían a los del antiguo club y acabarían con esos privilegios.

Los líderes de los pobladores olvidados, cansados de vivir en pésimas condiciones, decidieron renunciar a los ofrecimientos de Perico y sus amigos. Poco después, el rey supremo supo de este nuevo grupo y decidió apoyarlo. Todos comprendieron que el único camino era el de unir fuerzas. Cinco años después, Colorín Colorado fue liberado. Perico y sus amigos fueron enviados a prisión, mientras la alegría y esperanza se respiraban después de muchos años en el reino.

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