Las soluciones a la inflación no vendrán desde las medidas monetarias que normalmente se aprenden en la universidad. Siendo los precios de los alimentos y de los combustibles los principales causantes del aumento de los índices de precios, deben buscarse otro tipo de medidas para enfrentar el problema.
Paraguay no debería estar sintiendo el problema igual o peor que la mayoría de los países del mundo. Nuestro país es productor de bienes alimenticios y energía, por lo que ahí debe estar la implementación de medidas de largo plazo. La perspectiva inflacionaria no es de corto plazo, por lo que es necesario implementar políticas de carácter estructural y que puedan continuar en el futuro.
La tradicional medida de elevar las tasas de interés para frenar el aumento del consumo y con ello la presión sobre los precios no solo tendrá efectos limitados, sino que además pondrá límites a la recuperación económica.
La mayoría de los países lo sabe, por lo que además están implementando otro tipo de medidas. Bajo crecimiento económico y presión inflacionaria dan lugar a un escenario muy poco alentador para cualquier país y más aún en Paraguay, que parte de un estadio de bajo nivel de desarrollo, con persistencia de altos niveles de pobreza y vulnerabilidad económica.
La inflación es altamente recesiva. Si se considera que alrededor de la mitad de los ingresos familiares se destinan a alimentos y movilidad y los altos gastos de bolsillo en salud y educación, los hogares paraguayos tienen muy poco espacio para acomodar su presupuesto.
Con esta estructura, la mayor parte de los gastos se dan en bienes y servicios insustituibles para la calidad de vida. Si bien la clase media puede estar un poco mejor, también es cierto que está muy endeudada, por lo que su presupuesto familiar tiene alto nivel de rigidez.
Las autoridades económicas deben salir de su “zona de confort” y plantear medidas que puedan, por un lado, dar señales claras sobre el esfuerzo para controlar la inflación de manera a frenar las expectativas inflacionarias y por otro lado afectar al sector real de la economía.
La producción de alimentos debe ser fortalecida para que el mercado cuente con la oferta necesaria de los alimentos que conforman la canasta familiar. Estos ya venían sufriendo aumentos de precios importantes antes de la pandemia, por lo que la situación no debe ser atribuida a causas recientes.
La transición energética es urgente y debiera empezar por el sistema de transporte público de manera a alivianar el peso de este gasto en el presupuesto familiar y de manera paralela contribuir a una mayor productividad y calidad de vida.
En este contexto económico, deben combinarse políticas monetarias con medidas en el sector real de manera a afectar todas las causas y mitigar las consecuencias altamente nefastas de la inflación. Pero ello, requiere un fuerte compromiso político con la ciudadanía.