Son varias las historias que conocemos sobre el amor. Los personajes de la literatura universal nos lo han demostrado: desde Romeo y Julieta, de William Shakespeare; a Elizabeth Bennet y Fitzwilliam Darcy, de Orgullo y prejuicio; hasta Florentino Ariza y Fermina Daza, del Amor en los tiempos del cólera. Todas ellas cargadas de emociones como la felicidad o el drama, constituyen un viaje de preguntas hacia lo que realmente es este sentimiento.
Quizás uno de los relatos de amor más conocidos de la literatura nacional es el de Miguel y Sara, los personajes de Amor de invierno, del escritor Mario Halley Mora. Ellos son dos adultos mayores que en el ocaso de sus vidas volvieron a encontrar esa compresión y complicidad característica de un compañerismo sincero, y a quienes no solo los unió las ganas de estar juntos, sino también la solidaridad de cuidar a una niña desamparada.
“Mediante las historias que compartimos, buscamos ensayar respuestas a las eternas dudas, y el amor, así como su impacto en nuestras vidas, probablemente seguirá planteando preguntas importantes”, comparte la escritora y editora Patricia Camp. El significado del amor va variando de acuerdo a quién lo enuncia, la época o su lugar de origen. Por eso, considera que vale la pena seguir aportando miradas sobre lo que abarca.
La escritora detalla que existen varios títulos nacionales que versan sobre el amor, en especial de ficción y poesía. “Muchas veces, aun cuando el amor no sea el tema principal de una obra, suele estar presente como uno de los impulsos que llevan adelante la trama o que generan la visión poética”, señala.
Al evocar el concepto, Patricia no puede evitar pensar en poesía nacional a través de las voces de Josefina Plá, José María Gómez Sanjurjo y Maybell Lebrón. La editora eligió tres versos de estos autores que transitan diferentes etapas y matices de este estado del alma.
El primero forma parte del poema El polvo enamorado de Josefina Plá, que en palabras de Camp, es un hermoso intento de conceptualizar la grandeza y complejidad del amor.
“(...) Porque el amor es esto:
un descanso imposible, un más allá en perpetuo reto,
un viaje nuevo
tras de cada jornada insuficiente”.
En el caso de Gómez Sanjurjo, asegura que una resignada melancolía caracteriza a sus versos:
“Te abandonas a la dulzura penosa de saber que el
amor es un cuento repetido que acaba
en tristezas”.
“Su poesía intimista abre, a partir de las propias experiencias y heridas, ventanas que nos permiten curiosear en las almas de los poetas, en las ruinas y las cicatrices que el amor ha dejado en ellas”, comenta Patricia sobre las plumas de Gómez Sanjurjo y Lebrón.
Esta última, por su parte, acerca una mirada más realista de un amor maduro. En este poema confronta la pérdida de su eterno compañero de vida:
“Hay un hueco en mi tiempo.
Por más que duela
no lo quiero cegar
amado mío”.
“Creo que la experiencia del amor es muy personal y única para cada ser humano, y es justamente allí donde reside su valor y su gran riqueza. Y, en mi opinión, ese es el gran logro de piezas como las mencionadas: permitirnos mirar las almas de los otros, para tratar de entendernos un poco más a nosotros mismos”, afirma la escritora, autora de la obra La silenciosa inmortalidad de las cosas (y otras historias).
A pesar que estos poetas construyen un imaginario colectivo sobre lo que es el amor, este no necesariamente se ve reflejado en la representación social que existe en la cultura paraguaya. “La realidad nos muestra una visión muy distinta, en la que el concepto del amor es completamente tergiversado y trasmuta en violencia de todos los tipos (física, psicológica, económica), femicidios, abusos intrafamiliares y varios horrores más que nada tienen que ver con lo que implica realmente amar al otro”, sentencia.
En todas sus formas
Para la escritora y crítica literaria uruguaya, Irina Ráfols, radicada en Paraguay hace varios años, la cuestión del amor aparece desde sus diferentes aristas en los libros. No solo el amor de pareja, sino a la humanidad, la familia, a objetos y situaciones. También desde ángulos filosóficos, románticos, corteses y eróticos.
Sin embargo, si tiene que elegir algún título destaca la obra El amor de mis amores, de Raquel Saguier. “Es una novela muy bien escrita. Con un lenguaje literario hermoso y un contenido atrapante, que realmente trasmite la sensación de amor de la protagonista, quien es también narradora”, comparte, agregando que el sentimiento se transmite de forma muy vívida y se trata de la historia de la propia autora con su esposo.
Esta fue la última novela de la autora, publicada en 2007. En ella, Saguier realiza un paseo por su memoria y va relatando todo lo que vivió acompañando a su marido enfermo. El dramatismo es parte de esta historia, que también contiene guiños irónicos, que alivian el peso de sobrellevar la afección.
Otras formas muy presentes del sentimiento del amor en nuestra sociedad y sus historias, son las que están inclinadas hacia la cultura, la patria o el territorio.
Los poemarios de Susy Delgado son buen ejemplo de ello, dice Irina. En estos, la poetisa expresa un amor social a la cultura paraguaya en su dimensión guaraní y en el vínculo guaraní-español.
“Sus poemas cuentan historias sobre una época del pasado que subsiste con la actual en algunos lugares, pero va desapareciendo. Habla de la tradición y las costumbres que crean identidad y valor en la palabra, la naturaleza y los seres. Una época en que los seres estaban más juntos y tenían una vida más pura”, manifiesta la escritora.
Cita las obras Tataypýpe (Junto al fuego), Ayvu membyre (Hijo de aquel verbo), Yvytu yma (Viento viejo), Tesarái mboyve (Antes del olvido).
En las letras de Delgado se pueden experimentar otras formas de afecto, abarcando un amor comunitario, donde los sentimientos se colectivizan. Además, sus poemarios tienen la particularidad de contarse en guaraní y castellano.
“Mi brazo ha de ser más fuerte
para empujarte a crecer,
he de sacar del amor
la sabiduría que quiero
para ti”.
Este verso, que expresa un amor maternal, forma parte del poemario Tesarái mboyve (Antes del olvido).
“Hay que destacar, de cualquier manera, que no es el tema lo que hace a una gran novela, es la pluma; es decir, el estilo y los recursos”, aclara Ráfols, autora de la novela El hombre víbora y el poemario Palabra al borde.
Relatos que se repiten
Las historias que contamos y transmitimos tienen influencias sobre la percepción que tenemos de las cosas y lo que hacemos con estas. El amor se va formando o distorsionando de acuerdo al relato que escuchamos.
“Son obras que influyen dándonos ideas al respecto, sopesándolo, exponiendo sus consecuencias, enamorando y haciéndonos sufrir. Porque en buena medida, el amor siempre se vio ligado al dolor”, señala la crítica literaria. Al hablar de historias universales, piensa indefectiblemente en el amor imposible de Romeo y Julieta; el drama del seductor Don Juan Tenorio, de José Zorrilla; la tragedia de la furia y la venganza de Medea, de Eurípides; y los celos ciegos de Otelo, también de Shakespeare.
“Algunos autores siguen apegados a las características del movimiento literario del romanticismo, que lo idealiza todo, y viven como en una nube sin apreciar el encanto de la realidad”, expone Ráfols.
“¿Qué tipo de relaciones (amorosas, de amistad, familiares) se normalizan, por ejemplo, en las telenovelas que llenan las grillas de tantos canales? ¿Qué narrativas se repiten desde los principales medios de comunicación?”, se cuestiona Camp, ahondando en el hecho de que, más que la influencia de la literatura, lo que cala en la sociedad paraguaya son los medios masivos de difusión.
En palabras de la escritora, necesitamos buscar a aquellos artistas que estén dispuestos a romper los mitos y paradigmas que causan sufrimiento a las personas. También, es primordial encontrar narrativas capaces de enfrentar la realidad y cuestionar los cimientos de esa representación social, y que puedan proveer ideas para construir algo nuevo y más respetuoso hacia el otro.