La ONU celebra esta jornada todos los años desde 2013 para sensibilizar sobre los 3.600 millones de personas que, según los cálculos, no pueden acceder a un inodoro seguro en el mundo y los 494 millones que continúan defecando en cualquier lugar al aire libre, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef.
Esta actividad termina contaminando fuentes de agua para consumo que utilizan al menos 2.000 millones de seres humanos.
Dentro de la lista de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados para 2030, la meta número seis es “garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos” y, precisando aún más, “garantizar inodoros seguros para todos”.
Carlos Garriga, director de la Fundación We Are Water, reconoce que se trata de una meta “complicada de conseguir” para esa fecha.
Además de proveer “recursos e infraestructura por parte de los países más desarrollados”, la mejor manera de progresar hacia este objetivo, según Garriga, pasa por “entender los hábitos, costumbres y culturas de cada comunidad local” para poder “integrarlas bien” en el proceso de saneamiento.
Los más vulnerables: Niñas, mujeres y refugiados
En un reciente foro dedicado al sector bajo el título de Haciendo visible lo invisible, Garriga subrayó la “especial vulnerabilidad” de niñas y mujeres, que “muchas veces esperan todo el día hasta que sea oscuro y nadie las vea para ir al baño”, con los riesgos de seguridad que ello implica.
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De hecho, la falta de letrinas es la principal causa de abandono escolar de las niñas en países menos desarrollados, sobre todo cuando llega la menstruación.
Otro problema es el de los refugiados y desplazados por la violencia de conflictos armados, la crisis climática o en busca de una mejor situación económica.
El director general de la organización humanitaria World Vision España considera el acceso al agua, el saneamiento y la higiene “uno de los derechos claves” en el contexto de “conflictos armados, asentamientos de desplazados y campos de refugiados”.
Una opinión con la que coincide la responsable del departamento de proyectos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en España, Karmele Sáez.
Resaltó que una de cada 78 personas del mundo se ha visto forzada a abandonar su hogar y estimó en “más de 100 millones de personas” las que viven desplazadas “a causa de la violencia y los desastres naturales, acrecentados por el cambio climático”.
Finalmente, el director ejecutivo de Unicef España, José María Vera, incidió en este foro en la vulnerabilidad de los menores, a los que describe como “el grupo más susceptible a las enfermedades transmitidas por el agua”.