Los niños pequeños son seres en constante exploración y descubrimiento, aprendiendo a navegar por un mundo lleno de normas, reglas y expectativas sociales. En este proceso de descubrimiento, los berrinches y las rabietas son una parte natural y necesaria de su desarrollo.
Es importante entender que estos episodios no son señales de un niño malcriado o mal comportado, sino más bien una manifestación de su proceso de aprendizaje. Los niños están aprendiendo a moldear su propia conducta y a adaptarse al entorno social que los rodea, comprendiendo lo que es deseado y aceptado y lo que no lo es.
Los berrinches y las rabietas son su manera de expresar sus emociones y necesidades de forma natural y espontánea, sin ningún tipo de filtro. Están explorando y experimentando con su propia voz y su capacidad para influir en el mundo que los rodea.
Por lo tanto, es fundamental que los padres y cuidadores comprendan que los berrinches son una parte normal del proceso de crecimiento y desarrollo de un niño. En lugar de verlos como algo negativo, es importante verlos como una oportunidad de enseñanza y aprendizaje.
Ayudar a los niños a entender y aprender a funcionar en el mundo es una parte esencial de la crianza. Esto implica establecer límites claros, enseñarles a expresar sus emociones de manera adecuada y ayudarles a desarrollar habilidades de manejo emocional.
Estrategias para manejar estas situaciones:
Mantener la calma: Es fundamental mantener la calma durante un berrinche. Los niños pueden percibir la frustración de los adultos, lo que puede intensificar la situación. Respirá profundamente y recordá que esta es una etapa normal del desarrollo.
Establece límites claros: Es importante establecer límites claros y consistentes desde una edad temprana. Los niños necesitan saber cuáles son las expectativas y las consecuencias de su comportamiento.
Ofrece alternativas: En lugar de simplemente decir “no”, ofrecer alternativas aceptables es una opción. Por ejemplo, en vez de decir “no vas a comer postre ahora”, podrías decir “vas a comer un postre, después de cenar”.
Dale palabras a sus emociones: Ayúdale a tu hijo a identificar y expresar sus emociones. Por ejemplo, podes decir “Veo que estás muy frustrado porque no podés tener lo que querés”.
Reforzar positivamente el buen comportamiento de tu hijo, esto puede ayudar a disminuir la frecuencia de los berrinches.
Buscar ayuda profesional si es necesario: Si los berrinches son muy frecuentes o intensos, podría ser útil buscar la ayuda de un profesional del área de psicología infantil, para aprender estrategias de cómo manejar estas situaciones.
(*) Sicóloga Clínica Infantil.
Especialista en educación emocional