“No me ha dolido tanto”, dice el voluntario de 36 años, empleado de la empresa de seguridad informática Kaspersky. Con el implante subcutáneo “NFC” (abreviatura inglesa de “comunicación de campo cercano”), del tamaño de un grano de arroz, el alemán puede ahora presumir de ser un cíborg: un humano con implantes electrónicos.
Dangerous Things, el mayor proveedor de implantes NFC, considera que hay unos 10.000 cíborgs en el mundo. El nuevo cobaya se niega, sin embargo, a que se le compare con Terminator, y sus motivaciones están muy alejadas de las del público de las “implant parties”, esos eventos que organizan en todo el mundo los amantes de la tecnología para hacerse implantar chips NFC.
“Esa gente quiere ser parte de internet (...) Para mí tan solo es curiosidad. Dudo que se puedan hacer cosas tan excepcionales con ese chip”, asegura.
A su lado, Evgeni Chereshnev enumera todo lo que puede hacer con su chip implantado hace siete meses. Responsable de redes sociales en Kaspersky, el treintañero ya no necesita tarjeta para entrar en la oficina o al gimnasio, ni código PIN para su móvil. También puede tuitear de forma instantánea, encender las luces de su casa y ajustar su intensidad con un sencillo gesto de la mano. afp