Promesera. Cubriéndose del sol y con la convicción de cumplir su promesa llegando hasta la Virgen, la mujer hizo frente al calor y la distancia para llegar a Caacupé
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Descanso del alma. La monja se detuvo junto al grupo de mujeres que llegaron hasta la Basílica Menor, encontrando temas para conversar bajo la sombra.
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A cuidarse, por Dios. Constantemente recordaron a los feligreses cumplir con los protocolos sanitarios contra el Covid.
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Por el milagro. Esperanzados en lo económico por el regreso de los peregrinantes, los vendedores ofrecieron de todo para quienes llegaron a la capital espiritual.
Caacupé volvió a vivir su fiesta mariana. Hubo menos gente que en otras ocasiones. Los tapabocas estuvieron presentes. También la esperanza de que la pandemia acabe en breve, anhelo acompañado con la fe intacta en modo Covid.