Hecho cenizas. Cerro Porteño cayó en La Nueva Olla de manera traumática por 4-0 y se despidió de la Libertadores, quedando también sin chances para obtener un cupo a la Copa Sudamericana.
Una tarde-noche de terror vivió el Azulgrana, que tuvo un acompañamiento formidable de gente que no se guardó nada y alentó hasta el final a pesar de la dura derrota.
De arranque parecía de que el Ciclón podía conseguir el objetivo, ya que la apuesta fue osada, con una propuesta ofensiva con dos hombres de área. Cerro pisó con determinación campo adversario y arrinconó a la visita, más con ganas que con juego fluido.
En el medio, la dupla de contención dejó mucho espacio con la zaga del fondo, mientras que los extremos carecieron de precisión y sorpresa, siendo un equipo predecible y expuesto a contraataques. Además, los laterales tuvieron un floja faena, sin marca y con poca proyección.
Y de a poco el Azulgrana fue cayendo en la trampa del Barcelona, equipo inteligente y trabajado (que ya lo demostró en la ida), que se aseguró de ceder terreno para aprovechar los espacios.
Mención especial para el tridente compuesto por Fidel Martínez, Damián Díaz y Jonathan Álvez, los encargados de desbaratar la defensa del Ciclón, con una cátedra de fútbol claro, preciso y letal.
Cerro Porteño despide el año internacional con una gran decepción, sin muestras de reacción futbolística y con un plantel frágil, con nombres que parecieran ser más problema que solución, como el caso de Fernando Amorebieta, que con su expulsión fue el principio de la debacle.
Queda el Apertura para sanar las heridas y buscar saldar la deuda, cada vez más amplia, que esta dirigencia tiene con su gente.