12 abr. 2025

Con las niñas pobres, sí

Ayer se confirmó que una niña de 4 años, con rastros de haber sido abusada repetidamente, falleció en el Hospital de San Estanislao. La niña pertenecía a una comunidad Avá Guaraní de Yataity del Norte, en San Pedro. Según la forense del Ministerio Público, tenía rastros de lesiones antiguas y recientes de abuso sexual, además de hematomas y laceraciones en varias partes del cuerpo.

La semana pasada un hombre con orden de captura por abuso sexual fue detenido en Guairá. Con él fue hallada una niña de 12 años, quien había sido reportada como desaparecida. El sujeto de 30 años tenía orden de captura por abuso sexual en niños. La niña fue enviada nuevamente junto a su madre, por disposición del agente fiscal.

Unos días antes, la Fiscalía imputó y solicitó prisión preventiva para un padrastro por el presunto hecho punible de abuso sexual en niños contra su hijastra de 7 años. La pequeña habría resultado víctima de abuso sexual por parte del hombre, quien supuestamente aprovechó la situación de indefensión para manosear a la niña, según la denuncia de la propia menor de edad a su madre. La madre llevó a su hija al hospital para una evaluación física, y ahí se comprobaron las lesiones.

El 1 de noviembre, un docente fue detenido por supuesto abuso sexual en niños en el distrito de Naranjal, Departamento de Alto Paraná. El abuso sexual se produjo en una escuela pública del distrito de Naranjal en el 2016 cuando el hombre era el director de la institución educativa. La víctima tenía 10 años.

El 29 de octubre un hombre que se desempeñaba como portero de una escuela fue imputado por abuso sexual de una niña de 5 años. La maestra, quien fue testigo del hecho, también fue detenida e imputada, pues decidió guardar silencio y no denunciar.

El 26 de octubre, el Departamento de Interpol detuvo a un hombre que tenía orden de captura a nivel nacional e internacional como sospechoso de abuso sexual en niños. En agosto del 2013, el ahora procesado compartía domicilio con su pareja; cuando ella se encontraba de vacaciones en Bolivia, aprovechó las circunstancias y contactó con la sobrina de su pareja, una niña de 12 años, y presuntamente abusó de ella en reiteradas ocasiones.

A mediados del mes de octubre quedó al descubierto el escandaloso caso de la pareja que invitaba a niñas de familias humildes a desayunar cocido con galletas como excusa para que el hombre abusara de las pequeñas de entre 4 y 11 años, mientras su cómplice observaba el hecho. Sucedió en Caaguazú y el abuso se repitió en varias ocasiones.

El descubrimiento se realizó cuando algunas de las víctimas tuvieron que ser atendidas en un hospital al presentar sangrados. Según la investigación, los abusadores les daban dos mil guaraníes y las amenazaban para que guardaran silencio. En principio, hallaron nueve víctimas, pero podrían ser muchas más. En este caso, gracias a una vecina que escuchó gritos en la casa se pudo intervenir; la vecina encontró al abusador en el acto junto a su hijastro, a la vista de su pareja.

En esa misma semana en que cayeron los violadores seriales de niñas, se denunció otro tremendo caso. Este involucra además al microtráfico y la explotación sexual de indígenas menores en situación de calle. Una investigación periodística de Telefuturo puso al descubierto el sistema de captación de indígenas adolescentes por parte de los traficantes de drogas, quienes aprovecharon el abandono en que viven los nativos y los reclutaron para distribuir drogas para el clan Rotela.

Sabemos bien que nadie va a marchar por la vida de la niña de 4 años violada repetidamente. Porque en realidad a nadie le importan los niños pobres de este país. Ni al Estado, que tiene instituciones y recursos y aún así no hace lo suficiente; ni a los hipócritas, que gritan su vacía letanía como posesos “¡con nuestros niños no!”, y corren enseguida a fabricar más humo.