EFE
La psicóloga Herlinda Carrillo Alquicira explicó que los patrones de conducta adquiridos en el entorno familiar mediante el “paladar o sabor mami de lo sabroso” hacen que el cerebro se habitúe a los alimentos hipercalóricos.
“Se trata de un trastorno adictivo a las comidas dulces, saladas, ricas en grasas o carbohidratos procesados, a las que se les agregan sazonadores ricos en glutamato, que es un neurotransmisor, que es el primer peldaño que conduce a la adicción a la comida”, dijo.
Durante el décimo curso taller Nutrición Clínica Metabolismo celebrado en el Hospital Juárez de México, Carrillo Alquicira dijo que algunos de los factores que inciden en el trastorno de las personas con obesidad tienen una poderosa influencia externa.
“Se desarrollan ante la dificultad para diferenciar sensaciones de hambre y saciedad, el inadecuado afrontamiento del estrés, los malos hábitos alimenticios aprendidos y necesidad de pertenencia y aceptación de un grupo: la familia”, enfatizó.
Aseguró que esto suele ocurrir cuando comemos sin tener hambre, cuando comemos pese a haber comido recientemente o aceptamos invitaciones a comer sin tener hambre.
Esta adicción se inicia en el entorno familiar, donde la comida representa algo más que una manera de nutrición.
“Comer en familia nos brinda el espacio en que además podemos expresarnos, convivir, expresar nuestro amor o manejar el estrés. Es un poderoso medio de comunicación”, dijo.
La experta indicó que los alimentos que más adicción generan son los chocolates, los helados, la bollería, el pan y las pastas.
Dijo que la única rehabilitación para cambiar con esta conducta es tomar en cuenta la situación personal de cada paciente con su entorno particular y la familia a la cual pertenece.
Explicó que al igual que con los alcohólicos, en este problema el primer paso para la recuperación es que las personas con obesidad reconozcan su adicción a la comida.
Tras aceptar eso, se debe abordar al paciente y modificar su conducta “y también transformar el entorno familiar donde inicia el problema”, resaltó.
Carrillo Alquicira sostuvo que el paciente debe consolidar su propia identidad y “dejar de responder a los factores o estímulos externos y consumir únicamente lo que requiere su organismo”.
Para las personas con obesidad mórbida, “la comida debe perder ese simbolismo emocional”, expuso.
Recomendó ponerse en manos de especialistas en nutrición o endocrinología y entender que la obesidad no se resolverá solo “con fuerza de voluntad. Esto es una falacia en la que por mucho tiempo incurrimos los profesionales de la salud”, concluyó.