Los rugbiers, de entre 18 y 20 años, actuaron “con la finalidad de consumar el plan previamente acordado de dar muerte a la persona de Fernando Báez”, indicó en el dictamen oficial el juez David Mancinelli.
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El homicidio ocurrió en la madrugada del 18 de enero en la puerta de una discoteca en Villa Gesell, 370 km al sur de Buenos Aires, uno de los principales centros turísticos de la costa atlántica argentina.
El magistrado agregó la calificación de “alevosía”. En su fallo señaló: “Los imputados, aprovechando la inadvertencia de la víctima, quien se hallaba de espalda conversando con amigos, propinaron el primer golpe por detrás, logrando desestabilizarlo, oportunidad en que cayó al suelo en total estado de indefensión”.
Un testigo declaró a la justicia haber escuchado decir a los rugbiers “te vamos a matar, negro de mierda”.
Desde la muerte de Fernando Báez Sosa, el caso ha conmocionado a la sociedad y ocupa las primeras planas de la prensa local.
“Siento algo de paz. Creo en la justicia”, dijo tras el dictamen la madre de Báez, Graciela Sosa, quien convoca a una marcha en reclamo de justicia para el martes próximo frente al Congreso de la Nación en Buenos Aires.
Los dos principales imputados son Máximo Thomsen (20) y Ciro Pertossi (19), mientras que el resto de los rugbiers figuran como “partícipes necesarios” del crimen.
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Según el juez, una vez comenzada la golpiza, “actuando sobre seguro, comenzaron a intervenir los restantes sujetos activos tanto asestando golpes de puño y patadas como así también impidiendo el auxilio por parte de terceros”, subrayó el juez.
La discusión entre los jóvenes se había iniciado dentro del local bailable. Las cámaras de seguridad muestran cuando los echaban.
Un video con teléfono celular de uno de los imputados permite ver a Báez derribado mientras recibe puntapiés. Según la autopsia, falleció por lesiones traumáticas en la cabeza.
Blas Cinalli (18), el único de los inculpados que habló en las audiencias judiciales dijo: “Lo que pasó, ninguno de nosotros quiso que pase”.
Los acusados afrontan una pena potencial de prisión perpetua. El proceso continuará hasta llegar a juicio oral y pública, aún sin fecha.
Los jóvenes son jugadores del Club Náutico Arsenal de Zárate, una localidad portuaria sobre el río Paraná al norte de Buenos Aires. En el momento del crimen, se encontraban de vacaciones.