22 abr. 2025

Conflicto de interés, intereses en conflicto

El presidente Santiago Peña, el de la sonrisa eterna, intenta seguir con su rostro afable en los actos de Gobierno. En cada inauguración de una vivienda, un puesto de salud, destaca sus programas principales, siendo Hambre Cero el más nombrado. Pero las revelaciones periodísticas están empezando a levantar las capas de sus negocios del Estado y es allí donde su sonrisa deviene en mueca, y, a veces, en discursos amenazantes.
Ni su renuncia como accionista de ueno Holding un año y medio después de ser presidente ni su confesión de haber hecho “mala inversión” como buscando indulgencias, no atenúan las sospechas de un probable enriquecimiento en función de su posición dominante de poder para acceder no solo a informaciones privilegiadas, sino a la toma de las decisiones. Como si fuera poco, la participación de su hermano con otras empresas beneficiadas por el Estado solo aumenta la desconfianza.

La Constitución y las leyes prohíben al presidente de la República a meterse en los negocios del Estado y lo obligan a dedicarse exclusivamente a su rol. La ley de conflicto de intereses lo aclara aún más. Pero él afirma que no viola ninguna ley. “Ni siquiera desde el punto de vista ético”, acotó ya con mal humor y acusó nuevamente a la prensa de buscar su salida vía juicio político, cuando sabe perfectamente que irá al cadalso solamente si Horacio Cartes (y la ANR) así lo decida y ese escenario es absolutamente improbable hoy. Por ahora… como decía el filósofo costumbrista colorado, Blas N. Riquelme, quien oteaba como pocos el horizonte republicano.

Peña, con estas vinculaciones en la fina trama financiera, no puede tapar el sol con el dedo. Desde su llegada al poder, el grupo empresarial Vázquez ha tenido privilegios dentro de su gestión en los más diversos negocios de su amplia cartera. Que ahora deje el barco, legalmente hablando, no eliminará las dudas.

Peña no inventa nada. Cada gobierno tiene su grupo económico favorito. En este contexto de disputa sobresalen las constructoras viales y las farmacéuticas. Con esta administración, se suma con fuerza el sector financiero, donde el presidente despliega sus conocimientos como ex miembro del Banco Central y ex ministro de Hacienda. Tampoco es innovador en cuanto a los vínculos familiares y los negocios públicos. Hijos, esposas, amantes, hermanos forman parte de la lista de “brokers” paralelos en las licitaciones del Estado. Son los que reciben los maletines.

La ANR es el partido dúctil, que se adecua a los tiempos, fruto de su sempiterno manejo del aparato estatal. Si la triada que sostenía a Stroessner: Gobierno/ANR/FFAA/ lo mantuvo 35 años en el poder, la nueva triada Gobierno/ANR/Proveedoras del Estado lleva el mismo tiempo y el mismo éxito. Habría que sumar como cuarta pata a los sindicatos públicos como parte de este esquema que controla los hilos contractuales.

El problema de Peña no vendrá porque su comportamiento riña peligrosamente con las leyes y su desparpajo exhibicionista de nuevo rico (comportamiento profundamente cultural aceptado y admirado que forma parte del ADN colorado y de gran parte de la sociedad), o porque la oposición pueda sacudirle el sillón, sino cuando se quede con las porciones más grandes de la torta del Estado, dejando de lado a importantes comensales. Allí es donde va a tener problemas en su partido y en el grupo económico que lo catapultó al poder.

Esos espasmos pueden empezar a agrietar la disciplinada bancada colorado cartista. Por eso defendió ardorosamente la sobrefacturación de los pupitres de Itaipú (negocio del ala política).

CHOQUE. Quizá en esta clave hay que entender la “rebelión” de ala de ultraderecha del cartismo que desempolvó la promesa de campaña de eliminar ministerios sociales y fusionarlos en el ministerio de la familia. En una inusitada reacción con aires de independencia, Peña anunció que vetaría el proyecto en caso de convertirse en ley. “No es el momento”, dijo y dejó descolocados al grupo de senadores Gustavo Leite, Lizzarella Valiente y compañía, que en un principio lo tomaron como un desafío, pero ahora hay una tregua. En las carpas cartistas señalan al senador actúa como “mensajero” cuando hay asuntos que no agradan al verdadero centro de poder.

Tampoco la sorpresiva e ineficaz cumbre con Javier Milei le trajo alivio. Con una agenda armada por el presidente argentino, la cita se desarrolló el miércoles sin agenda prevista ni resultados concretos. A la noche emitieron un comunicado para señalar que hablaron de Yacyretá, cuando el tema no fue mencionado en la conferencia conjunta, así como tampoco los aranceles de Trump o la interna del Mercosur. Todo parece indicar que fue un viaje armado por de Milei para escapar del sofoco de sus problemas en una Argentina que hierve por sus políticas económicas y el desplante de Trump.

Para Peña, aparte de la foto protocolar, fuertes abrazos y hurras libertarias, la primera visita oficial tampoco fue un bálsamo para desviar el debate sobre sus vínculos poco santos que ponen en entredicho su “cartera política”. No pudo anunciar un solo triunfo en temas bilaterales como Yacyretá ni los peajes en la hidrovía.

Si bien algunos hablaron tímidamente de causales para un juicio político, el panorama de hoy es absolutamente inviable porque no existe la condición política mínima para ello. Lo más preocupante es que en esta guerra de tiburones financieros, Peña no es un árbitro independiente que se espera sea como presidente, porque se ha puesto la camiseta de uno de ellos.

Ha elegido públicamente un bando. Hay que esperar qué callos evita pisar para seguir indemne. Es allí donde radica su debilidad o su fuerza.

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