07 ene. 2025

Conflicto y contradicción en la ANR

Después de las elecciones generales de abril 2023, el Partido Colorado asentó su predominio. Con mayorías absolutas en ambas cámaras del congreso. Fortaleciendo su control del ámbito jurisdiccional. Ofreciendo al Ejecutivo una tramitación legislativa expeditiva, sin debate.

Mientras tanto, al interior del partido se instalaba el cartismo, disciplinando y cooptando a sus dirigencias y liderazgos. Afectando el pluralismo interno y la posibilidad de que en las bancadas del partido hubiera voces disidentes que frenaran al cartismo a la hora de votar proyectos de ley importantes.

Podríamos caracterizar este fenómeno como una transición. De lo que el politólogo Giovanni Sartori llamaba el “partido predominante” (un partido que, aunque compite en un sistema multipartidista, es capaz de ganar elecciones de manera consistente), al “parrido hegemónico” (un partido que no sólo tiene un dominio electoral, sino que también controla y dirige la estructura del sistema político).

El cartismo representaría así, la consolidación de esta transición al poder hegemónico. Proceso que acontece, además, en un terreno fértil. El partido de gobierno tiene un apoyo social importante, puede argumentar avances en materia de economía política que no son despreciables y existe una profunda crisis de la oposición.

Desde la inauguración del gobierno de Santiago Peña hasta mediados de este año 2024, el cartismo vio cómo su proyecto hegemónico avanzaba para beneficio del bloque en el poder. El camino parecía despejado, pero las contradicciones han comenzado a emerger en la segunda mitad del año 2024. Es en este último período que la complejidad de la gobernanza partidaria se ha manifestado. La pregunta es cómo y por qué surgen estas contradicciones.

Lo que vemos en el partido es que hay “fuerzas centrífugas”, que alejan a las partes del cartismo, y “fuerzas centrípetas” que atraen a las partes hacia el cartismo. Alimentando este vaivén están el clientelismo y las elecciones. Concejales departamentales, presidentes de seccional, intendentes que buscan la reelección, prueban si el cartismo los puede amparar y apoyar, Ante este cúmulo de expectativas, el cartismo intenta la contención, proponiendo concordia, pero inevitablemente, surgen ganadores y perdedores. Y los perdedores a veces se alejan, buscan alternativas. Algo similar ocurre con el manejo de los recursos del Estado. Las bases partidarias aprovechan la coyuntura electoral para negociar entradas al Estado a cambio de apoyo en el terreno. Lo hacen pidiendo empleo, participación en concesiones, ejecución de obras, etc. Esta es una ambición que no tiene fondo en el partido y por ende también, siempre habrá perdedores y ganadores.

Por otro lado, el proceso de autocratización que ha caracterizado al cartismo genera una suerte de dinámica “cortesana”. ¿Quién puede acceder al caudillo? En ese proceso de acceso o no, de encontrar el momento para plantear la demanda se dan los desencantos. Algunos amenazan con dejar de acudir a las salas de espera, Así, caudillos de segunda línea comienzan a apartarse y con ellos ciertas redes departamentales o regionales, ciertos clanes, empiezan a cuestionar la validez del esquema imperante. Hay regiones o departamentos en las que estas desavenencias pueden ser muy peligrosas. Alto Paraná, Central, Itapúa, por nombrar algunos. Del mismo modo, el intento del hegemonismo de dictar posibles candidatos no ha caído bien. ¿Quién dijo que Pedro Alliana sería una buena opción?

Este saldo de ganadores de perdedores se complica aún más con la emergencia de alternativas. El cartismo querría que el aparato estuviese compuesto de hombres con corbata roja y pañuelo al cuello, obedientes y leales. Sin embargo, con el retorno del abdismo, y las distintas alternativas dentro de la llamada “disidencia”, el partido le ha puesto un obstáculo al cartismo. Sin embargo, está por verse si esta dinámica recupera el partido para bien. Se aprecia lo que predica el abdismo sobre la necesidad de revertir el retroceso democrático, pero tampoco se puede desechar la idea de que todo forma parte de una ilusión política, con el fin de mantener el mismo modelo.

Las bases partidarias aprovechan la coyuntura electoral para negociar entradas al Estado.

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