Gabriela Miracca de Bo compartió su alentadora y conmovedora lucha contra un cáncer de mediastino. Su esposo, el chef Colaso Bo, sus padres y sus hijos, fueron fundamentales en su largo proceso de sanación.
Una molestia en el pecho y en el brazo izquierdo fueron algunas de las alertas que sintió. Pero en realidad se percató de la dolencia por los controles posparto. Su bebé nació el 15 de junio del 2013.
“A los 6 meses con uno de esos controles, hubo un valor, el CA125 que no paraba de subir y es ahí que, después de varios estudios me diagnostican un linfoma del tipo NON-HODKIN”, rememora.
En enero del 2014 empezó con el proceso de quimioterapia; fueron 6 en total, cada 3 semanas. En ese entonces su bebé tenía apenas 7 meses. “Pasaron 5 años de lucha, de muchos controles, de paranoia ante cualquier pequeña molestia, pasó mucho tiempo, pero a la vez pasó volando”, expresa.
Esa dura experiencia, ya superada, la vivió hace unos 10 años y hace unos días lo compartió en sus redes sociales: “Les quiero contar que me dieron el alta que tanto esperé. Y jamás les voy a poder expresar lo feliz que me siento. Por más que nunca dudé de que iba a ser de esta manera, siempre con la fe puesta 100% en Dios, tuve que pasar por mucho para poder llegar a este día maravilloso”.
Actitud positiva
Para Gabriela, la actitud con la se enfrenta un cáncer ejerce un papel fundamental. “Nunca le tuve miedo, porque para mí la muerte nunca fue una opción, pero si le traté con respeto”, confesó.
Desde este episodio cambió completamente su actitud ante la vida y sobre todo ante los problemas. “No vale la pena explotar ni dedicarle demasiada energía a las pequeñas cosas, eso desgasta, te consume negativamente, y eso se ve afectado en la salud, tarde o temprano. Para mí lo único que no tiene solución es la muerte, el resto, si te sale mal, le da oportunidad a nuevos desafíos. Todo lo que ocurre en la vida, ya sea bueno o malo, es por algo, esa es mi filosofía de vida”, reflexionó.
La buena alimentación y los ejercicios físicos también forman parte de su día a día. Es consciente de que los ejercicios físicos liberan endorfinas y logran sensaciones de felicidad, tranquilidad y euforia al mismo tiempo. Y eso, por supuesto, reduce el estrés, que es el causal de tantas enfermedades. Además, para ella la alimentación es el combustible de nuestro cuerpo. “Los buenos alimentos, nos hacen funcionar bien, y los malos, ya saben, así nomás es. No hay reglas ni secretos”, manifiesta.
Gran sostén
“Mi familia, sobre todo mis padres, mis hijos y Colaso, fueron un apoyo fundamental en este proceso. Me recosté 100% en ellos, me sostuvieron mientras duró, y sobre todo Colaso no me dejó ni un segundo sola. Su amor y contención fue clave en este proceso de sanación”, refirió.
Colaso y Gabriela se conocieron hace 32 años en el colegio. Cada uno hizo su vida y tras varios años se volvieron a encontrar. “Yo con seis hijos y ella con dos”, rememoró el cocinero.
Se reencontraron en el 2012 y se casaron en febrero del 2014 en Chicago y luego en Asunción. Con un pequeño en común y sus demás hijos formaron una gran familia.
Alentador mensaje
Gabriela está dedicada completamente a su familia y ejerce en el rubro gastronómico e inmobiliario. “En mis tiempos libres me gusta mucho leer, correr, hacer ejercicios y jugar burako con mis amigas. Me encanta perderme con Colaso cuando podemos, amo nuestros momentos solos”, refirió.
Como publicó en sus redes sociales, la actitud ante una dificultad como la que atravesó lo es todo. “Mientras haya vida, hay esperanza, así que no pierdan las fuerzas en atravesar un tratamiento complicado, porque se puede ganar, va a depender de la actitud con la que enfrenten y de las ganas que le pongan, eso es más del 50% del tratamiento. Cuiden su calidad de vida (física y mental), rodéense de personas que sumen”, finalizó, dejando un valioso y gran mensaje.