El Gobierno de Mario Abdo Benítez tomó varias medidas económicas que ayudarán a paliar en parte la situación, mientras los miembros del Equipo Económico Nacional analizan las estrategias para minimizar la caída de la economía, que indudablemente se dará en los próximos meses.
Si bien se necesitarán recursos externos para ayudarnos a salir de la situación, es necesario prestar la mayor atención al uso de los fondos públicos.
Uno de los anuncios que despierta la alarma es la intención del Gobierno de endeudarse por USD 2.000 millones, ya sea través de créditos de organismos multilaterales o de la colocación de bonos del Tesoro en el mercado internacional.
De acuerdo con las declaraciones del ministro de Hacienda, Benigno López, según los cálculos hechos por los técnicos de la cartera fiscal se precisan USD 400 millones aproximadamente de forma mensual para asegurar la sostenibilidad estatal. Agregó que ya comenzaron a conversar con el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), entre otros.
Para poder acceder a los USD 2.000 millones, el Congreso deberá aprobar el endeudamiento y excepciones a las leyes vigentes.
Primero, porque se deberá sobrepasarse el tope del déficit fiscal (más gastos que ingresos) del 1,5% del PIB fijado en la Ley de Responsabilidad Fiscal; y otro porque deberá autorizarse al Estado a usar esos recursos externos en gastos corrientes, lo cual está restringido por la Ley de Administración Financiera.
El problema es que la deuda pública asciende actualmente a USD 9.376,7, lo que representa el 23,5% del PIB, un déficit aún controlable para un país pequeño como el nuestro.
Otro punto que debe llamar la atención, a pesar de la necesidad, es que se hará una licitación especial para la compra de kits de alimentos que será entregado a trabajadores informales y trabajadores formales cesados.
Se estima, en principio, que se destinará poco más de G. 64.000 millones (USD 9,9 millones, aproximadamente al tipo de cambio actual).
En un país donde normalmente se mal utiliza el dinero público, la alerta sobre cómo se gastan los recursos debe estar permanentemente prendida.
Sobre todo, atendiendo a que las elecciones municipales fueron postergadas, pero seguimos en un año electoral y cuando pase la pandemia, quedará en el recuerdo de la población el comportamiento administrativo de su intendencia local.
El reparto de dinero y alimentos es un complemento que atrae a las masas menos informadas y le permite a los gobernantes de turno manipularlos a su antojo.
Si bien es entendible el temor y la confusión que existen actualmente, debido a que se desconoce la secuela que dejará la pandemia, no se puede dejar de observar cómo utilizará el Gobierno el dinero público. Nunca se sabe quién buscará sacar provecho personal y económico de la situación.