OpiniDe repente, comenzaron a aparecer en los medios de prensa. Fueron mencionados por analistas, politólogos, sociólogos. El sector político puso foco en ellos, la sociedad toda los miró. Fueron blanco de comentarios clasistas, pero también empáticos.
Las manifestaciones de los seguidores de Paraguayo Cubas se convirtieron en la centralidad nacional no solo por los eventos masivos o violentos sino porque pusieron el dedo en la llaga de los gobiernos, de las organizaciones sociales y políticas y hasta de la prensa tradicional, que nunca los miró.
Salieron desde la ciudad del olvido a recordar que nunca fueron atendidos. Expresaron con voz propia lo que viven cuando hay ausencia de derechos básicos y cuando da igual la muerte si la otra opción es seguir viviendo sin dignidad. No fueron manipulados, encontraron el canal para pronunciarse. Ellos existen, independientemente de lo que significa el liderazgo cuestionable de Payo. Sus motivaciones son reales y respetables.
Revelación uno. La primera cortina caída con las movilizaciones de los seguidores del ex senador esteño revelan que el Partido Colorado con su captura del Estado y su sistema prebendario no supo atender a este sector pese a tener el poder por más de 70 años. Para ellos no hay salud, educación, seguridad, tierras ni vivienda digna. El discurso del fanatismo colorado no les alcanza ni les es creíble. La responsabilidad de dar respuesta está en el futuro gobierno de Santiago Peña pero es sabido que el modelo cartista no se concentra en políticas sociales sino que está enfocado en la estabilidad macroeconómica.
Revelación dos. El bipartidismo no los incluye. El fracaso de la oposición como un todo está segmentado en varias partes y la primera es la gran derrota del Partido Liberal no solo en el sentido electoral. Al PLRA le falló la brújula. Se resquebrajó en conducción y en representación, no tienen norte ni certeza de futuro. Su historia de ser funcionales al Partido Colorado les explotó en la cara.
Revelación tres. La caída más estrepitosa la sufrió la izquierda. Un final anunciado pero cuya magnitud igualmente sorprendió. De nuevo, no solo en términos electorales, sino porque el progresismo paraguayo perdió identidad y por ende, se dispersó en representación. Las dos únicas bancas legislativas que obtuvo, una en el Senado y otra en Diputados, son la síntesis del fracaso del sector, representado por el Frente Guasu, que apunta a desaparecer. Las movilizaciones recientes demuestran la realidad más dolorosa de la izquierda paraguaya: No representan a quienes dicen representar. Es una gran burbuja que no conecta con los sectores populares, con la clase trabajadora, con la clase campesina, con los pobres y olvidados. Las dos mujeres progresistas que hoy forman parte del Congreso celebran éxitos individuales de un proceso fracasado. Su gente fue a una nueva tercera fuerza, que también atrajo a jóvenes y a independientes.
Esta nueva etapa crítica es sin duda un llamado urgente a recomenzar, y todos debemos acudir a la convocatoria.