“Yo estoy enganchadísima”, dice Coral en una entrevista vía correo electrónico. “La estoy pasando muy bien y la tira está siendo muy bien aceptada, así que esperamos todos que le vaya muy bien”. El programa se puede ver por el canal 13 en Argentina y a través de Unicanal en Paraguay.
Gabaglio empezó a los 15 años en unas olimpiadas de teatro de su colegio. En ese entonces, el actual productor, Domingo Coronel, la invitó a formar parte de su escuela. “Durante esos años comencé a trabajar profesionalmente en teatro”, dice. “Y paralelamente estuve en El Estudio, de Agustín Núñez”.
En su carrera compartió tablas con Jesús Pérez, Jorge Ramos, Rafael Rojas Doria y Tony Apuril, entre otros. En 2005 viajó a la Argentina con su madre y Keto (Hugo Rodríguez Alcalá). “Es un país hermoso y la gente es muy solidaria”, asegura. Pero el viaje, al igual que todo desarraigo, fue bastante duro. “Los primeros tres años me pasé llorando”, recuerda. “Vine cada vez que podía para no extrañar tanto”.
Cuando llegó, se encontró con el actor Federico Ibarra. “Eso fue algo muy clave, tener un compañero con quien hacer el recorrido”, asegura. “Siempre hicimos todo juntos desde ese momento”. Otra clave para sostenerse fue conseguir un trabajo sin perder mucho tiempo. “Acá puedo nombrar a Esteban y a Patricio, que en ese momento me contrataron sin documentos”, dice con una risa textual.
En este país se formó con Norman Briski, a quien lo describe como un maestro excepcional y el mejor maestro de actores en Argentina. “A mí me cambió la óptica de la vida y del teatro”, dice. Con este director trabajó en el cortometraje Pararrayos, junto con la productora Pao Cicchini.
Para este trabajo escogieron como escenario la ciudad de Tandil. “Lo produjimos durante un año aproximadamente, porque fue muy de a poco”, recuerda la actriz. “No teníamos plata para hacerlo, entonces fuimos consiguiendo gente que se entusiasmaba de onda con el proyecto”.
Este corto aún se encuentra en etapa de posproducción y, posiblemente, se estrenará en 2015. Actualmente, Coral trabaja con Briski en La empanada verde, obra que presentan en distintos barrios y villas porque tratan la problemática de sus pobladores, además de sus luchas sociales. “Hay mucha colectividad paraguaya”, dice. “En algunos casos, las villas son fundadas por paraguayos”.
La actriz desea actuar próximamente en la Chacarita y el Bañado Sur. “Queremos acercarnos a la gente para mostrarles escenas de la realidad que viven sus familias, amigos y vecinos que tuvieron que exiliarse en algún momento y se encuentran asentados en estas villas”, explica.
La Embajada Argentina en Asunción les ofrece hospedaje, pero aún no tienen los pasajes ni los viáticos necesarios. “Pero tenemos pensado estar con el elenco Miguelitos, de Asunción”, dice. “Es un proyecto precioso de intercambio social y cultural que sería muy lindo que se pueda concretar”.
Al recordar su debut con Paloma (de Luisa Moreno Sartotio) y su experiencia en El Estudio, sostiene que desde el primer momento se percató que como actriz no se encontraba para nada desorientada. “Todos estamos aprendiendo todo el tiempo”, comenta. “Con mi formación en Paraguay estaba lista para meterme en cualquier grupo, y toda la gente que salió del país sabe a qué me refiero”.
“Con trabajo y perseverancia se pueden hacer lindas experiencias desde el principio”, opina.
¿Qué destacas del teatro argentino?
La movida teatral de Argentina es lo mejor que te puede pasar si sos actor, tanto a nivel escuela como a nivel variedad de espectáculos y estéticas que podés ir a ver. Hay de todo, hay maestros fenomenales que te dan las clases ellos mismos, hay un sinnúmero de grupos donde te podés meter y de ahí generar espectáculos propios. Es genial, y si entrás en esa rosca ya no te podés quedar quieto, pero tenés que comprarte algún suplemento vitamínico.
¿Qué crees que le falta a Paraguay para llegar al mismo nivel?
En Paraguay hay excelentes actores y con un ímpetu tremendo para hacer cosas, y en este momento sé de movimientos interesantes que se están generando en el sector artístico, por y para los actores. Pero creo que un grave inconveniente sigue siendo que están muy solos, no se vislumbra por ahora un apoyo que incentive un camino ascendente para el artista, es una dura lucha en la meseta. Por ejemplo, el costo elevadísimo de las salas de teatro para hacer cualquier obra. Tendrían que aparecer más salas que implementen el sistema de cooperativa para que las compañías teatrales puedan trabajar a porcentaje con las salas y que no sea la mayor erogación que tenga un grupo teatral. No es sustentable, no es real.
A esto podemos sumar, y ligado además al tema espectadores, el servicio público de transporte, importantísimo y vital para que el público pueda llegar al teatro y que al terminar la obra se pueda volver a su casa. Tendría que haber colectivos funcionando hasta esa hora; la gente, si no tiene auto, no se puede ir a ningún lado, y eso también sectoriza y disminuye el público. No es tan sencillo todo, pero si se detecta qué es, se pueden ir modificando cositas que nos ayuden a mandarnos con todo en Paraguay, no nos falta nada más que eso.