Betania Ruttia ingresa al Centro Penitenciario de Mujeres Casa del Buen Pastor con cartones, cartulinas, plasticola, pinturas y tijeras. En el primer pabellón ya la están esperando algunas chicas. Cada miércoles realizan el taller de arte, organizado por Corazón Libre, donde las participantes pueden manifestar su creatividad a través de expresiones artísticas como la pintura o las manualidades.
“Cada vez que entro, me desconecto de todo lo que pasa afuera. Parece que es a la inversa: en vez de experimentar encierro, vengo a sentirme muy libre, porque acá hay un trato muy sincero con las chicas”, cuenta Betania, diseñadora gráfica y artista visual, quien desde el año pasado coordina el espacio del que participan 30 chicas, aproximadamente.
“Muchas cosas ya aprendí, pero lo que más me gusta es la pintura”, dice Manuela, de 54 años, mientras espera las indicaciones de Beta para empezar a cortar las cartulinas. Esta vez prepararán guirnaldas; en la clase pasada hicieron tarjetas navideñas. Manuela muestra con orgullo las dos que realizó con mucho amor, en las que resaltan unos arbolitos navideños llenos de colores.
Las tarjetas y guirnaldas que están preparando se van a presentar en la feria del Ministerio de Justicia, que se realizará el 12 de diciembre en el Palacio de Justicia. También exhibirán sus trabajos en el penal el domingo 15, aprovechando que es día de visita.
Los días festivos ponen algo sensibles a las mujeres privadas de su libertad. La lejanía de sus familiares se siente un poco más, pero cuando están en el taller se olvidan de todo y realizar estos preparativos despierta en ellas el espíritu navideño. “Lo que más anhelamos es poder estar con nuestras familias, pero el arte nos ayuda y aprendemos muchísimo. Gracias a eso pude salir de una depresión”, manifiesta Marta Verón, de 38 años.
Las chicas se ingenian para crear diferentes diseños y lograr el adorno más llamativo. Algunas se concentran mucho mientras cortan o pegan, otras hacen bromas y se ríen fuerte mientras pasan las horas en el patio del penal. En el mismo lugar, debajo de los mangos, hay otro grupo bailando zumba.
Ruth Echagüe, de 29 años, es una de las que hacen chistes mientras arma su guirnalda, porque lo que más le gusta de estos espacios es poder socializar con las compañeras. Ruth también participó de talleres de inglés y fotografía, llevados adelante por Corazón Libre. Recuerda que fotografió a la bebé de una de las chicas y ya está expectante por exponer sus fotos.
“Es un momento en el que ellas se despejan y se desprenden un poco de toda su realidad. Buscamos mostrar el talento y las ideas que ellas tienen, todo eso que está ahí bastante apagado”, afirma Ruttia. Muchas de las participantes no tuvieron contacto con este tipo de actividades anteriormente.
Voluntad de compartir
Según datos del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, en Paraguay existen 880 mujeres privadas de su libertad en las cárceles. Más de la mitad de ellas se encuentran recluidas en el Buen Pastor, hacinadas y en condiciones —muchas veces— insalubres.
En ese contexto nació el proyecto social Corazón Libre, de la mano del Movimiento Peregrino. En principio, los integrantes iban únicamente a conocer y generar lazos con las mujeres recluidas, pero en la actualidad se encuentran mejor estructurados y organizados, desarrollando diferentes actividades basadas principalmente en dos ejes: apoyo a la reinserción y rehabilitación; y apoyo educacional y de estimulación para los niños del Pabellón Amanecer, que alberga a madres privadas de su libertad con hijos de hasta cuatro años de edad.
Las labores que realizan se enfocan en salud, trabajo, educación, deporte, arte, finanzas y espiritualidad, entre otras áreas. Conforme detalla Analía Rojas, una de las coordinadoras del proyecto, los beneficiarios y participantes de las actividades son aproximadamente 100 mujeres y niños.
“Lo más importante para todos los voluntarios es el vínculo que se forma con ellas, borra cualquier prejuicio y nos hace ver que el cambio es posible. Por sobre todo, les devuelve a ellas la dignidad que la situación de encierro les quita”, opina Rojas.
A Betania, dedicar su tiempo en el taller de arte y compartir con las chicas la enriquecen más que cualquier trabajo que le pueda proveer su profesión: “Para ellas, que se sienten tan olvidadas, es muy importante que alguien que tiene familia, trabajo y libertad elija compartir estas horas acá”.
Los voluntarios imparten talleres, comparten experiencias y anécdotas, se ríen y lloran juntos, pasan tiempo con los hijos de las internas e incluso organizan paseos con los chicos. Cada acción es muy valorada por las mujeres, porque muchas veces ni sus propios familiares pueden pasar a visitarlas.
Festejan los cumpleaños de las chicas, celebran el Día de la Madre, les hacen sesiones de fotos con sus hijos, llevan obras de teatro y bailan danza árabe con ellas. Una de las actividades que están realizando con muchos preparativos es el torneo de vóley, que resultó de un llamado solidario a la ciudadanía para la remodelación de la cancha, a ser inaugurada próximamente.
Una parte de ellas
Más al fondo del penal, después de pasar por tres diferentes secciones, llegamos al Pabellón Amanecer, donde se encuentran las madres junto a sus hijos. Allí nos estaban esperando las mujeres que realizan velas aromáticas de todos los colores, diferentes olores y formas. Cada producto es hecho a prueba y error, pues cinco de ellas se animaron a experimentar más con la parafina después de tomar un taller.
El momento clave para su emprendimiento fue cuando una pareja de voluntarios de Corazón Libre les encargó realizar 250 velas para su boda.
“Nos sorprendió mucho que nos hicieran ese pedido, no podíamos creer, pero Cami y Renato son personas que apostaron mucho por nosotras, no por el trabajo, sino porque ellos siempre vienen a compartir acá, pasan tiempo con nuestros hijos”, relata Sofía Sousa, agregando que por eso se animaron y empezaron a trabajar en equipo.
Las chicas empezaron a juntarse a la noche, mientras dormían sus hijos. Mezclaban colores y probaban formas, hasta que llegaron a un producto con el que la novia y todas ellas quedaron contentas.
Ahora se encuentran trabajando en una producción especial para Navidad. Lorena Franco, voluntaria de la organización, cuenta que para desarrollar esta nueva tanda, hicieron un proceso creativo. “Contamos qué significa la Navidad para cada una o cómo la vivimos en nuestra infancia. Todas teníamos diferentes vivencias, pero encontramos puntos comunes como la familia, la unidad y los colores asociados a esta fiesta”, explica Lore, quien es contadora y también guía a las chicas en el área contable y financiera, buscando que en algún momento ellas mismas puedan autogestionar su emprendimiento.
Una de ellas, Lorena Paiva, comparte que desde que entró al penal, hace siete años, las fiestas se volvieron negativas para ella, pero que eso cambió cuando nació su hija y se sintió cerca de su familia otra vez. Hoy día su bebé tiene ya dos años.
“Es una tarea muy desafiante, pero yo creo que hay oportunidad en las penitenciarías. Creo que el trabajo bien orientado y las terapias ocupacionales pueden cumplir un rol transformador. Trabajar con ellas, para mí, significa oportunidad”, refiere Franco.
Para estas mujeres, cada oportunidad es muy importante. Este trabajo es una manera de demostrar lo que pueden hacer y lo que valen. “Somos personas sensibles también. Sí, en algún momento delinquimos, pero queremos cambiar ese concepto”, asegura Sofi. Sus compañeras asienten y añaden que ahora están empezando de nuevo.
Hacen cada vela con mucho amor y, en cada una de estas, dejan también una de parte de ellas mismas, por lo que en cada producto se van liberando un poquito más.
Trabajo institucional
El Ministerio de Justicia, a través de la Dirección de Bienestar y Reinserción Social, lleva adelante varios programas que tienen que ver con educación y trabajo, principalmente. Por un lado, trabajan con el Ministerio de Educación y Ciencias instalando educación escolar básica en todos los penales y educación media en varios de ellos. Así también, por medio de alianzas y convenios, existen carreras universitarias como Psicología y Derecho, de la Universidad Técnica de Comercialización y Desarrollo (UTCD), en el Buen Pastor. Con respecto a lo laboral, también hay empresas dentro de los penales y varios internos cuentan con sus emprendimientos individuales y colectivos, que también son promovidos por la institución.
“La idea es que todas las personas privadas de libertad puedan culminar sus estudios allí adentro, o al menos avanzar en eso”, detalla Alejandra Mendoza, directora de dicho departamento público. Además, considera que en los penales existe mucho talento y habilidades que necesitan ser canalizadas. Mendoza también agradece a las empresas privadas y a la sociedad civil por las oportunidades que brindan a estas personas y hace un llamado a más organizaciones a sumarse para seguir trabajando de una manera colaborativa.
Info adicional
Corazón Libre es una organización abierta a la que cualquier persona puede sumarse y aportar desde su profesión, de forma voluntaria. Podés informarte a través del correo corazonlibrebp@gmail.com y sus redes sociales: @corazonlibrepy en Instagram, Facebook y Twitter.
Futuros proyectos
Corazón Libre pretende desarrollar varios proyectos: un plan piloto de control de adicciones, desarrollar libros donde las mujeres privadas de libertad puedan expresar y contar sus vivencias, y crear programas de reinserción laboral, entre otros.