Los ejercicios, que durarán cuatro días, involucran 30 aviones de combate F-35, F-15, F-16 y F-50, según detalló hoy el Estado Mayor Conjunto (JCS) surcoreano en un comunicado.
Es la primera vez desde diciembre de 2017 –cuando ambos países llevaron a cabo su ejercicio Vigilant Ace en plena escalada de tensión con Corea del Norte– que EEUU envía cazas F-35 a la península y la primera vez que ambos países realizan entrenamientos conjuntos de este tipo desde que Seúl terminó de desplegar su propia flota de F-35.
Este despliegue llega después de que el presidente estadounidense, Joe Biden, se comprometiera en su cumbre de mayo con su homólogo surcoreano, Yoon Suk-yeol, a desplegar activos estratégicos estadounidenses en Corea del Sur “de manera oportuna y coordinada según sea necesario” en función de las acciones de Corea del Norte.
El F-35, un cazabombardero furtivo de quinta generación desarrollado principalmente por las estadounidenses Lockheed Martin y Northrop Grumman y la británica BAE Systems, es considerado por Corea del Norte como uno de los activos que más amenazan su seguridad.
Seúl y Washington consideran que Pionyang se está preparando desde hace semanas para llevar a cabo su primera prueba nuclear desde 2017 y que su ejecución depende exclusivamente de una orden del líder Kim Jong-un.
Corea del Norte, que lleva completamente aislada del exterior por la pandemia desde 2020, ha ignorado los llamamientos surcoreanos o estadounidenses para retomar el estancado diálogo sobre desnuclearización.
El año pasado aprobó un plan de modernización armamentística que está detrás del número récord de pruebas de proyectiles que ha realizado este año (más de 20) y de los preparativos, captados desde febrero, para un nuevo test atómico.
Ayer mismo el comandante de las Fuerzas Estadounidenses en Corea (USFK), Paul LaCamera, dijo en un evento en Seúl que la cuestión con respecto a la próxima prueba nuclear de Pionyang “no es sí sucederá o no, sino cuándo”.