Los narcos, los políticos, la corrupción y la desigualdad son responsables del atropello a la dignidad de la persona, según refirió ayer el arzobispo de Asunción, monseñor Edmundo Valenzuela Mellid, durante la misa del último día del novenario de la Virgen de Caacupé.
La actividad religiosa se desarrolló bajo el lema El laico en la búsqueda y promoción del bien común, en la defensa de la dignidad humana.
El arzobispo metropolitano centró su homilía en el carácter trascendente de la persona humana y habló acerca de las violaciones y de los atropellos a la dignidad, preguntándose por qué ocurre esto en el país “si es que toda la sociedad organizada y la propia Iglesia están primordialmente para servir”.
“Hoy usamos la palabra ‘corrupción’ para sintetizar varios pecados de violencia, injusticia, desigualdad, opresión, manipulación… tan potentes que actúan en nuestro país, en los gobernantes y gobernados’’, dijo monseñor Valenzuela.
Mencionó que entre estos atropellos a la dignidad se encuentran los atropellos a la mujer, a los niños abusados, a la misma naturaleza del hombre, creado por Dios como varón y como mujer.
Así también, resaltó que existen personas, instituciones, organizaciones diversas que están solo para destruir la dignidad humana: violadores, explotadores, narcotraficantes, contrabandistas, muchos políticos y empresarios, que ‘‘lamentablemente detrás de estos hechos defienden sus intereses’’.
Para el arzobispo, la defensa de la dignidad humana, de la familia, del trabajo y de la vivienda, la promoción de la educación y la cultura y la defensa de la casa común son tareas de los laicos.
‘‘¿Cómo superaremos todo atropello a la dignidad humana? Es la hora de organizarnos mejor, purificar nuestras instituciones políticas, sociales, económicas, religiosas para que toda persona humana sea defendida en su dignidad’’, refirió.
El religioso pidió decir un rotundo no al aborto, a la eutanasia, al trabajo sin salario justo, a la explotación de trata de personas. Decir no a la violencia hacia la mujer, hacia los niños y adolescentes, muchos de ellos abandonados y en la calle.
‘‘No a la violencia contra los pobres, los campesinos, los indígenas… No violentemos la verdad haciéndola parecer mentira, ni el mal disfrazándola de bien’’, exhortó.
SOLIDARIDAD
En otro momento de su prédica, monseñor Edmundo Valenzuela habló del gesto de solidaridad como signo de trabajar por el bien común y una exigencia moral que se encuentra en todas las relaciones humanas.
Puso como ejemplos a personas, instituciones, organizaciones que realizan el bien común durante la pandemia de coronavirus.
‘‘Cuántas organizaciones civiles asumieron la tarea de dar de comer a los que perdieron el trabajo, con las ollas comunitarias. Nuestra Pastoral Social de la Arquidiócesis, y creo de todas las diócesis, con los comedores sociales, dándoles no solo el pan necesario, sino también la palabra de Dios, la oración y el amor fraterno’’, expresó.
Recordó que el año dedicado al laicado orienta a todos a trabajar por la dignidad humana, sobre todo en situaciones amenazadas por la violencia, la pobreza y la explotación. ‘‘El deber de la defensa de la dignidad humana y la búsqueda y promoción del bien común son tareas de todos, ciudadanos cristianos, abiertos a los fines últimos de la persona y del bien común universal de la entera creación’’. DB
Existen personas, grupos, instituciones, organizaciones diversas que están solo para destruir la dignidad humana. Monseñor Edmundo Valenzuela, arzobispo de Asunción.