Muchos lectores me preguntaron cómo puede haber esa diferencia siendo Costa Rica un país 8 veces menor en territorio que el Paraguay, con una deuda sobre el PIB del 63.8%, mientras que la de nuestro país es del 38,27%, y con una calificación de riesgo de B (altamente especulativo) mientras que la nuestra es de BB (especulativo).
En mi artículo anterior también mencioné la diferencia en los factores que tiene en cuenta un inversor que solamente desea prestar dinero a un país, con el inversor que desea radicar su empresa en ese país.
Un factor es el acceso al mercado. En ese sentido, a la ubicación de Costa Rica, a menos de 1.800 km de los Estados Unidos –principal mercado mundial– se le debe sumar el Acuerdo de Libre Comercio, que fue firmado hace 20 años con los países centroamericanos, que le permiten ingresar sus productos sin aranceles al país del norte.
Otro factor es el nivel educativo del pueblo costarricense; recordemos que, desde el inicio del siglo xx, Costa Rica construyó un sistema educativo que está entre los mejores de América Latina y sus niveles de alfabetización están entre los más altos del continente.
En el año 1948, Costa Rica abolió su ejército y decidió reemplazar la inversión en armas por lápices y cuadernos. La inversión actual en educación es del 8% del PIB, una de las más altas de la región, contra el apenas 3% del Paraguay, una de las más bajas del continente.
Gracias a que cuenta con una población educada, la mayor empresa fabricante de microprocesadores del mundo, la norteamericana Intel se instaló en Costa Rica en 1998, creando un ecosistema de investigación y desarrollo con 5.600 empresas proveedoras.
El tercer factor es su geografía. Costa Rica se encuentra en el istmo centroamericano y tiene hermosas playas tanto en el océano Pacífico como en el mar Caribe; tiene, además, selvas, montañas y volcanes, lo cual hace que allí lleguen grandes inversiones en el sector turístico.
El último gran factor, que es fundamental para atraer la inversión extranjera directa, es que Costa Rica tiene una democracia plena, una de las más antiguas del continente, sin ejércitos que la amenacen y con un Poder Judicial absolutamente independiente de sectores políticos y económicos.
Esta rápida y breve comparación entre Costa Rica y el Paraguay debe servirnos para tomar conciencia de que la estabilidad macroeconómica que nosotros tenemos es necesaria, pero no es suficiente para atraer inversiones, que es la principal palanca para el desarrollo de un país.
Debemos tomar conciencia de que la reforma educativa, en serio, debe ser la prioridad nacional. En esta era de la revolución tecnológica, un pueblo educado es el principal activo de una nación.
Debemos tomar conciencia de la importancia vital que tiene el acceso a los grandes mercados para un país con una economía pequeña como la nuestra. Con este Mercosur imperfecto que tenemos y sin acuerdos de libre comercio con los grandes mercados internacionales, las inversiones siempre van a ser limitadas.
Debemos tomar conciencia de la necesidad de mejorar radicalmente nuestra infraestructura para facilitar y abaratar los costos logísticos, vital para un país mediterráneo que se encuentra lejos de los grandes mercados mundiales, con excepción de Brasil.
Y, por último, debemos tomar conciencia de lo imprescindible que es refundar nuestro Poder Judicial, que hoy se encuentra carcomido por la corrupción y cooptado por el sector político.
Todos estos cambios llevarán mucho tiempo y pasarán por muchos gobernantes, pero esperamos que el actual Gobierno pueda dar ya los primeros pasos.
Pero para que esto sea posible, debe pensar en las futuras generaciones y no en las futuras elecciones.