El artista Koki Ruiz llegó a su casa luego de asistir a una reunión donde se estaban planteando nuevas colaboraciones para la procesión de este año en Tañarandy. Unos minutos después ya escuchó las medidas comunicadas por el Gobierno para contener al Covid-19.
Una de esas disposiciones era la de restringir todas las actividades de concurrencia masiva con el objetivo de evitar la expansión del coronavirus. El país estaba alarmado por la aparición de un segundo caso positivo.
Él le prestó atención al informe y presintió que tal medida no iba a durar solo ese tiempo, sino más. Era el 10 de marzo en ese entonces y faltaba, exactamente, un mes para el Viernes Santo.
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Tal es así, que por primera vez en 28 años, hoy, al caer el Sol, no se hará el tradicional recorrido de la Virgen Dolorosa sobre el sendero del Yvaga Rape (camino al cielo).
Tampoco se oirá el canto de los Estacioneros, no habrá fuego multiplicado en miles de candiles, faroles y velas de apepu; cuadros vivientes de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús; ni el retablo.
Se canceló la procesión que desde 1992 se hace en la compañía Tañarandy, en el distrito de San Ignacio, Misiones, debido a que el Poder Ejecutivo decidió declarar al país en estado de emergencia sanitaria.
Con ello estableció también la cuarentena total en todo el territorio nacional hasta el Domingo de Pascua al principio, y se prolongó después al 19 de abril.
“Aún con mal tiempo o pronóstico de lluvia siempre hicimos, no suspendimos (nunca). Esta vez, lógicamente es por la pandemia, porque se debe evitar aglomeraciones”, manifestó resignado el principal organizador de esta actividad.
Delfín Roque Ruiz Pérez, más conocido por Koki Ruiz, fue quien inició esta tradición que involucró a diferentes comunidades misioneras, y el que convirtió este ritual de la fe católica en una combinación de magia y religiosidad popular.
El artista implementó en 2014 la exposición de los retablos, con lo que más se luce cada año. Ya diseñó los mismos con frutos de la tierra, el coco y el maíz; también con objetos, como rosarios y santos de barro, que fue lo último que utilizó el año pasado. Cada año crea un diseño distinto que se centra en un tema específico.
“Cuando ya teníamos la información y vimos lo que estaba pasando, estábamos preparándonos para hacer algo por los 250 años de aniversario de la epopeya de la Triple Alianza, y en la parte teatral íbamos a incluir algo sobre las Residentas. Ese era nuestro tema para este año”, detalló a Última Hora.
Esto iba a ser representado en los cuadros vivientes, los cuales actores del Teatro El Molino realizan cada año para ilustrar los momentos del Viacrucis que se realiza en Viernes Santo.
Ruiz refirió que mucha gente se involucra en la logística del evento. “Desde que empezamos a trabajar, uno o dos meses antes, somos 10 a 15 personas, luego se van sumando más. En la Semana Santa en sí llegamos a 150. Y entre Jueves y Viernes (de 2019), por ejemplo, repartimos comida a 300 personas, que fueron las involucradas esos días”, mencionó.
“En distintos turnos, estaciones, actores, teatro, gente de logística, el año pasado también estuvieron 200 jóvenes más que eran de Schoenstatt, que ya vinieron con sus respectivas comidas. Sumando a todos son 500 por ahí”, calculó el artista misionero.
La mayoría son pobladores de San Ignacio, pero también hay colaboradores de otras partes del país.
El asombroso trabajo en comunidad de toda esta gente para la Semana Santa, cada año atrae a un sinfín de visitantes, de la capital y del extranjero, sin importar las condiciones del tiempo.
Además de fieles, también llegan turistas hasta la conocida “tierra de los irreductibles” para vivir todo el espectáculo que incluye la procesión de la Virgen Dolorosa desde la Capilla de Tañarandy, el cruce de un sendero de dos kilómetros, y la llegada hasta La Barraca, donde están los imponentes cuadros vivientes y el retablo de Koki Ruiz, en medio de una extraordinaria iluminación.
La humilde localidad que alberga el gran evento, habitualmente se llena de gente. Excepto, en esta Semana Santa, en la que nadie irá porque el coronavirus tiene a todos en vilo.
“Esta época suele ser un evento muy importante para toda la familia de Misiones, que tiene parientes en Buenos Aires (Argentina) o en Asunción. La pre Semana Santa es un tiempo de encuentro acá, más que Navidad y Año Nuevo, porque se encuentran todos los familiares. Pero ahora toca pasar a la distancia, preocupados, conscientes de la situación y consternados”, dijo el organizador.
Cuando el brote del Covid-19 se instaló en Paraguay, los faroles que quedaron en buenas condiciones en la procesión del año pasado se estaban comenzando a desempolvar, reparar, y fabricar otros nuevos; asimismo, el vestuario para los participantes de teatro se estaba comenzando a juntar.
Koki Ruiz, por su parte, acudió a una reunión en la sede de la Gobernación de Misiones, donde representantes de la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional (JICA) y otras instituciones le expresaron su interés de contribuir con el evento religioso.
Escuchó la propuesta de cada uno, pero al final, de un día a otro nada avanzó por causa de la pandemia. Todo paró, como el resto de las actividades que aglomera gente en el mundo. Por esto, la tradición tendrá que continuar el próximo año.
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“Estamos, sobre todo, pidiendo a la gente que se quede en sus casas, porque es el único remedio y vacuna que hay. Por eso, justamente, no hemos hecho (la procesión), para no motivar a la gente a salir. Si pudiéramos hacer algo simbólico, es que hemos frenado toda posibilidad de realización. Vamos a ayudarnos a salir de esto y prepararnos para tiempos mejores”, afirmó el mentor de arte de Tañarandy.