El acatamiento a las restricciones establecidas por el Gobierno para evitar la propagación del coronavirus fue y sigue siendo un objeto de debate desde que empezó el paro sanitario en Paraguay ante esta pandemia.
En las redes sociales, medios de comunicación y hasta en esferas gubernamentales critican duramente a las personas que incumplen con las medidas que prohíben salir a las calles, ya sea a pie o en auto, o aglomerarse.
El propio ministro del Interior, Euclides Acevedo, hizo hincapié en este punto desde que se inició la cuarentena. Incluso, ganó notoriedad por las expresiones en guaraní utilizadas para advertir a la ciudadanía de no salir de sus casas.
Por ejemplo, al referirse a las posibles sanciones a infractores, el ministro advirtió días atrás: “Un año seis meses peĩta korapýpe, ha upéa nda pende gustamo'ãi. No es lo mismo estar en la comisaría que estar en Tacumbú, en Emboscada o cárcel del interior, upépe la PCC-gua (Primer Comando Capital) pende pirota hína”.
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En las redes sociales también hubo muchas críticas a las personas que no respetan el aislamiento. Muchos usuarios defendieron los procedimientos en los que agentes policiales del Grupo Lince humillaban o agredían a personas por estar en la vía pública.
En ese sentido, expertas de diversos ámbitos advirtieron que el incumplimiento de las medidas sanitarias no se puede simplemente reducir a una cuestión de “inconsciencia” de ciertas personas, sino que hay factores más complejos que influyen en el comportamiento de la gente, principalmente el económico.
Poca cultura de la prevención y fallas comunicacionales
La socióloga Diana Vargas aseguró que no se pueden hacer generalizaciones simplistas al buscar analizar el comportamiento de la gente durante la cuarentena. Indicó que, en primer lugar, existe una escasa cultura de la prevención en materia de salud pública en la sociedad paraguaya y esto se ve en cada epidemia de dengue.
“Hay una cuestión estructural. Tenemos un problema de cómo se hace partícipes a todas las personas de todas las franjas etarias de todo lo que tiene que ver con prevención en materia de salud. Estamos fallando en otras enfermedades también y el dengue es una muestra clara”, comentó.
Además, recalcó que el Gobierno está incurriendo en fallas comunicacionales a la hora de dirigirse a la ciudadanía sobre el Covid-19. “Toda la comunicación oficial que tiene que ver con el virus, con su comportamiento a nivel mundial y local, se da en un lenguaje complejo, técnico y en castellano. Este en un país donde un alto porcentaje tiene como lengua materna el guaraní y hay serios problemas de comprensión y el analfabetismo funcional también es una realidad”, apuntó la profesional.
No obstante, recalcó que cuando se busca advertir a las personas sobre los posibles castigos a los que se enfrentan si violan la cuarentena, el Gobierno, especialmente a través del ministro Acevedo, utiliza el guaraní.
“¿Cómo pretendemos adherencia si no hacemos llegar la información en un mensaje comprensible? Una medida que se debería tomar es que todas las comunicaciones sean en los dos idiomas oficiales, así sea con traducción simultánea o distintas formas de comunicación popular”, sugirió.
Sin embargo, Vargas recalcó que el acatamiento a las medidas sigue siendo muy alto y que, si se toma en cuenta que en un fin de semana se detuvo a poco más de 300 personas por violar las restricciones en un país con más de 7 millones de habitantes, la cifra no es significativa a nivel estadístico.
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“Sí hay mucha adherencia, la gente se está quedando en su casa a pesar de que tiene hambre, sabemos que muchas familias no tienen ahorros, no tienen insumos, hay dificultades de provisión de agua potable, no están recibiendo merienda escolar. A pesar de todo esto, hay una mayor respuesta que en el tema del dengue, entonces hay que ser serios cuando se afirma que no hay conciencia ciudadana”, declaró.
“En toda sociedad existe gente que no cumple normas. Hay gente que no tiene incorporada la obligatoriedad de cumplir las normas y para eso están los mecanismos de sanción, pero sobre todo tenemos que apuntar a una mayor comunicación y dotar a las personas de alimentación y agua potable para que se queden en sus casas”, añadió.
Peligro de hambre supera al peligro del virus
La fiscala Teresa Sosa estuvo trabajando desde el inicio de la cuarentena en diversos operativos en la capital que buscaban evitar las aglomeraciones de personas. Contó que al inicio del paro sanitario, uno de los principales problemas fueron las empresas que pretendían seguir operando con normalidad, sin respetar el Código Sanitario.
Sosa mencionó que los call center son un rubro empresarial que generó muchos problemas en ese sentido, ya que las empresas acostumbran a que los trabajadores estén sentados uno al lado de otros.
“A partir de esto van a tener que cambiar las normas laborales, fundamentalmente. No se va a poder permitir que las personas trabajen de esta manera. Si volvemos a tener algún inconveniente de este tipo, tenemos que estar preparados para que puedan seguir funcionando algunas empresas, pero con el respeto a medidas sanitarias”, reflexionó.
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Relató que en la capital, la Fiscalía intentó intervenir, en conjunto con la Policía y el Ministerio de Salud, la mayor cantidad de empresas que seguían operando en violación del código sanitario, pero eran demasiadas. Afirmó que la mayoría alegó la necesidad económica de continuar la producción.
Por otro lado, recalcó que hay barrios en Asunción donde el hacinamiento es tal que no se puede pretender que exista un distanciamiento social marcado. Este es el caso del barrio Ricardo Brugada, también conocido como Chacarita, que está dentro de la jurisdicción de la fiscala Sosa.
“La Chacarita es una realidad completamente diferente. Las casas están unas al lado de otras, hay una precariedad importante, realmente no hay aislamiento social si hay hacinamiento. Dentro de una habitación hay varias personas”, explicó la representante del Ministerio Público.
Sobre el punto, dijo que la Policía tuvo que intervenir en este y en otros barrios para explicar a vecinos que no se pueden realizar partidos de vóley, fútbol o juntarse con amigos.
Resaltó que, a su criterio, la Policía cumplió cabalmente con la tarea de orientar a las personas sobre lo que estaba prohibido y permitido, y a raíz de eso no hubo tantos aprehendidos, en una primera etapa.
Finalmente, indicó que el cierre de las calles adyacentes al Mercado 4 fue una situación muy dura debido a que afectó directamente a muchos trabajadores. Señaló que hay tres sectores particularmente vulnerables: los vendedores ambulantes, los carretilleros y los vendedores que están frente a las casillas, en sus lugares respectivos, pero en la vía pública.
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“Tuvimos testimonios muy duros de gente que está muy preocupada porque ellos viven del día a día. Esa gente no es que no quiera cumplir con el aislamiento, sino que la cuestión económica le supera al miedo al contagio de un virus”, comentó la fiscala.
Miedo y angustia avanzan ante incertidumbre
La sicóloga clínica y terapeuta familiar Paola Kolher cuestionó que muchas de las recomendaciones que se dan desde esferas públicas y privadas sobre qué hacer durante el paro sanitario y cómo enfrentar la cuarentena no son universales. Explicó que hay muchas personas para las cuales cumplir con el mandato de quedarse en sus casas sin poder alimentar a sus familias representa un peligro más grande que el coronavirus.
Con respecto a los sectores más vulnerables de la sociedad, indicó que para mucha gente la incertidumbre económica ya es habitual y esto se debe a situaciones de pobreza y pobreza extrema. Sin embargo, con la pandemia del Covid-19 hay otro grupo de personas que deben enfrentar por primera vez situaciones económicas acuciantes y la angustia y la inseguridad que esto genera.
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“Las personas van a tener problemas en lidiar con esto emocionalmente, porque lo otro es lo que falta: el sustento económico, la tranquilidad del trabajo, la seguridad de que no me va a pasar nada. Mientras eso no ocurra, va a seguir ocurriendo esto: el desespero, el de salir a buscarse la vida a las calles”, comentó la profesional al tiempo de subrayar que no se puede analizar el aspecto sicológico de las personas sin tomar en cuenta ahora mismo otros factores, principalmente la economía.
Kolher también cuestionó la manera en que el Gobierno comunica las informaciones referentes al virus y la forma en que advierte sobre sanciones por incumplir la cuarentena. Criticó que el ministro del Interior enfatice sobre el castigo que pueden recibir los infractores, ya que transmite un mensaje equivocado. Aseguró que está probado que la violencia no es un método de educación que funciona.
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En ese sentido, afirmó que la solidaridad y empatía están en riesgo con el clima que se genera durante la cuarentena y los mensajes de advertencia que llegan desde la Policía y el Gobierno. “En la crisis sale a flote todo eso que tenemos, el odio que tenemos hacia el otro, hacia el que no cumple, el que no escucha”, advirtió.
Finalmente, la profesional de la salud mental destacó que a nivel global no hay un antecedente como esta pandemia, por lo cual aún es difícil hacer predicciones sobre el comportamiento de las personas y los efectos de un distanciamiento social como el que diversos gobiernos del mundo hoy en día están aplicando.