“Creemos que la intervención regulatoria de los gobiernos será crucial para mitigar los riesgos de modelos cada vez más potentes”, estimó el empresario de 38 años, última figura surgida del Silicon Valley.
“Es fundamental que la IA más potente se desarrolle con valores democráticos, lo que significa que el liderazgo de Estados Unidos es determinante”, apuntó Sam Altman al testificar ante el Subcomité Judicial del Senado sobre Privacidad, Tecnología y Derecho.
Los gobiernos de todo el mundo están bajo presión para tomar medidas después del lanzamiento en noviembre del ChatGPT, un robot conversacional que puede generar contenido similar al humano en un instante.
El senador Richard Blumenthal, presidente del subcomité, pronunció su comentario de apertura sobre los peligros de la IA escrito, usando ChatGPT y leído por un software entrenado con su voz real.
“Si estuvieras escuchando desde casa, podrías haber pensado que esa voz era mía y las palabras mías, pero de hecho, esa voz no era mía”, dijo.
Las tecnologías de IA “ya no son fantasías de ciencia ficción, son reales y presentes”, enfatizó. “Si esta tecnología sale mal, puede salir muy mal”.
Los legisladores debatieron con Altman y otros dos expertos la necesidad de regular los sistemas informáticos que podrían “destruir literalmente nuestras vidas”, en palabras del senador Lindsey Graham.
El Congreso de Estados Unidos evoca regularmente la necesidad de regular internet, para proteger mejor la confidencialidad de los datos y promover una mayor competencia. Pero las divisiones políticas han bloqueado la mayoría de los proyectos de ley sobre el tema desde hace años.
IMPACTO. La llamada IA generativa, desplegada por OpenAI, Microsoft y Google – capaz de crear contenidos, textos, imágenes, sonidos o videos con solo una solicitud – ha planteado el problema de la regulación tecnológica.
Muchos están preocupados por su eventual impacto en numerosas profesiones, con posibles recortes masivos de empleos, y fundamentalmente en la sociedad en su conjunto.