Las porciones están menguando, del puchero, de la ensalada de repollo, lechuga y tomate que acompaña al osobuco, el vori, la tortilla y el arroz quesu. Hay peligro de merma en tu plato. Veamos.
El arroz subió 47,6%, según el BCP y la colega economista que cocina y nos ayuda en nuestro hogar, de G. 5.000 el kilo en el invierno del 2023 a G. 7.350 en junio de 2024. A ella, Peña no le engaña; a mí me quiere bolear. Luego, el BCP dice que el repollo subió 70,4%; la lechuga, 28,8%; el tomate, 57,6%; la zanahoria, 47,7%; el queso paraguay, 18%; la cebollita de hoja, 70%; el perejil, 167%, etc.
Es por eso por lo que la FAO dice que 1,5 en millones de paraguayos sufren de inseguridad alimentaria moderada y grave. Conste que exportando alimentos para 60 millones de personas alrededor del mundo.
He aquí el caracú del problema estructural de la economía paraguaya. El modelo. Ese es el punto. Baja productividad generalizada, en especial del factor humano, que es el principal agregador de valor, con enfoque de primitivismo productivo y capitalismo de secuaces. La productividad de la nación es castigada por el mismo Estado que no invierte en energía, agua ni saneamiento, en infraestructura vial, salud, educación, en vivienda, etc. La motosierra funciona en todos estos sectores.
El presidente viola además el teorema de Baglini. Este teorema sostiene que “cuanto más lejos se está del poder, más irresponsables son los enunciados políticos. Pero, cuanto más cerca, más sensatos y razonables se vuelven”. Estando en el poder, no se respetó el axioma, sigue irresponsable. Un tercio del discurso se pasó culpando al presidente anterior de sus magros resultados presentes. Un tercio del discurso, como dice un amigo, se dedicó a presentar a gente que no tiene velas en el entierro, como jugadoras de vóley y artistas, simbolizando su gestión exitosa. Nada que ver. Y, un tercio mintió, como las inversiones del MOPC y del MUVH. Puras falacias narrativas. Revisemos su discurso versus sus promesas electorales.
En primer lugar, el 14 de junio de 2023 prometió ante el Club de Ejecutivos que iba a duplicar el PIB en cinco años. Salió en ÚH con foto y todo. El año pasado creció 4,7% y este año va a crecer 3,8%. Para subir al doble y llegar a ochenta mil millones de dólares, como dijo ante los empresarios, debe crecer catorce por ciento anual exponencial los cinco años. Estamos lejos, es un Baglini al cuadrado. Puro bola. Además, en Paraguay ningún crecimiento es atribuible a ninguna política de Estado. Todo es más de lo mismo. Búsqueda del triple equilibrio fiscal, monetario y cambiario, para seguir endeudando al país, con pobrismo en modo Tekoporã. Hoy estamos desfasados. Ya lo dijo Borda en forma más académica. Yo estoy convencido, todo crecimiento viene de la fotosíntesis y del semen del toro. Acá se crece a pesar del Estado. Solo dependemos de la lluvia y del sol. No hubo una expresión de políticas públicas rupturistas que pudieran transformar el modelo de generación de riqueza en el Paraguay. Nada que nos lleve a la economía del conocimiento, a la industrialización transformacional. Por ejemplo, no dijo vamos a mejorar sustancialmente la productividad del país con un choque de gestión invirtiendo pesado en la educación. Vamos a crear de inmediato un fideicomiso sobre los ingresos futuros de la ANDE para que, securitizando el flujo, rápidamente, se pueda invertir en nuevos cables y transformadores con el fin de evitar que la energía se corte tanto en industrias y comercios del Paraguay, en pleno horario laboral. Cero. Eso es lo preocupante. Nada que apoye a los empresarios que generan riqueza. Me preocupa que con gente no equipada y con energía de baja calidad, el gobierno actual pretenda crecer en su PIB y que el que produce sea eficiente y gane dinero. Se lo dijo el presidente de la UIP, la luz que se corta impide tener buena productividad industrial.
Es fácil ganar elecciones con déficit fiscal apelando fuerte a la deuda pública, sin subir ni dos puntos porcentual impuestos que cohíben productos nocivos y ayudan a financiar gastos oncológicos, todo para agradar al patrón. De ahí viene el financiamiento de las campañas electorales. Y de ahí se nutre el funcionariado que aun con déficit y malgastos recibe su salario, incluyendo a los inútiles nepobabies.
Una gran mentira es la promesa de la casa propia. Eran cien mil casas sociales a precio de alquiler en todo su mandato. El presidente electo dijo, siendo candidato, ante la UIP, que el ahorro a largo plazo del IPS será direccionado hacia inversiones en empresas y, en especial, en viviendas. Barrios sociales modelo. La meta era de 20.000 casas por año. En su informe, dijo que se están construyendo 14.000 viviendas. Pero el MUVH informa en sus redes que apenas se entregaron 314 por parte de este gobierno. Ergo, tiene un mes y medio para entregar las 19.686 restantes. En el tema habitación, el gobierno es un fracaso.
Por el informe parece que parte de la receta es restringir la oferta pública de bienes y servicios de la esfera pública, donde acontece la reproducción social, pasando a satisfacerse esta demanda solo con la oferta privada. Todo lo que crece en necesidades de servicios públicos está siendo suplido exclusivamente por el mercado. Esto lo hacen por medio de un presupuesto nacional cada vez más limitado en sectores esenciales, como salud y educación. Por ejemplo, hasta los funcionarios del Estado contratan con dinero público seguros privados de salud, porque no quieren probar su propia medicina. Increíble. Y cada vez más, los paraguayos van migrando hacia colegios y sanatorios privados. Un espacio de competencia y disputa de mercados es la salud y la educación. Pero estos son derechos constitucionales gratuitos. Grave. Sobre salud y educación poco o nada en el informe del presidente. No hay plata.
En vez de novedades sobre nuevos presupuestos para los bienes públicos de calidad de vida, que es pura generación de riqueza colectiva, lo que el gobierno predica y nos convoca todos los días es a la guerra santa para evitar que seamos no binarios. La gente tenía como expectativa que vivir mejor significaba que el Estado evite la inflación de alimentos, le enseñe a leer a su hijo, le cuide las mamas y le sane la próstata. El Estado le responde que su mejor política pública es la protección del ano. Dios, patria y familia. Es todo lo que hay. Créanme. Saludos cordiales.