El reconocimiento de la estabilidad macroeconómica que ha caracterizado a Paraguay en las últimas dos décadas es un punto a favor, especialmente en una región que ha visto economías tambalear por crisis recurrentes. No obstante, desde 2013, el crecimiento económico ha sufrido una desaceleración que no solo afecta la expansión de la economía, sino también los avances en la reducción de la pobreza. Ante este contexto, el Banco Mundial insta a que Paraguay aumente su resiliencia frente a los choques externos, mejore su productividad y garantice un crecimiento sostenible.
La dependencia histórica de Paraguay en sus recursos naturales es, sin duda, un tema delicado. El país ha construido buena parte de su crecimiento sobre la base de estos recursos, pero la misma fortaleza puede convertirse en una vulnerabilidad si no se diversifican las fuentes de ingresos. El informe señala de forma acertada la necesidad de diversificar las exportaciones y la estructura económica para reducir la exposición a fluctuaciones climáticas y de los mercados internacionales. Es cierto que este proceso de diversificación llevará tiempo, pero cuanto más posterguemos su implementación, más riesgos asumiremos como nación.
Otro de los puntos claves es la productividad. Si bien Paraguay ha logrado avances significativos en este ámbito, la economía sigue mostrando déficits importantes, sobre todo en sectores clave como la manufactura y los servicios.
Pero el mayor reto para Paraguay está en la sostenibilidad. No se trata únicamente de asegurar un crecimiento económico robusto, sino de hacerlo de manera que respete y proteja los recursos naturales del país. Tenemos urgencia de adoptar tecnologías y prácticas sostenibles en el sector agropecuario, especialmente para apoyar a los pequeños productores que son los más vulnerables a los impactos del cambio climático. El manejo estratégico del sector eléctrico, con su abundante energía limpia, es otro punto crucial en la ecuación.
Sin embargo, ninguna de estas reformas será posible sin un esfuerzo paralelo por mejorar las instituciones públicas. La calidad de los servicios, el fortalecimiento del Estado de derecho y la optimización de la gobernanza son elementos que determinarán si Paraguay podrá o no superar sus desafíos actuales. El éxito en la implementación de las recomendaciones del Banco Mundial dependerá, en gran medida, de la capacidad de las instituciones para llevar a cabo las reformas necesarias.
El mensaje final del Banco Mundial es claro: Paraguay no tiene que elegir entre crecimiento económico y sostenibilidad. Ambos son no solo posibles, sino también complementarios. El reto es implementar políticas que permitan aprovechar este momento demográfico y económico para garantizar que el crecimiento sea inclusivo, resiliente y sostenible, creando así un futuro próspero para todos los paraguayos.