19 dic. 2024

Crimen de Felicita: Una pesadilla que ya dura 16 años

SIN RASTRO. Fredy Florenciano, principal sospechoso, no puede ser hallado aún por policías. PROTECCIÓN. Según el fiscal de la causa, el hombre sigue escondido gracias a sus allegados.

Elías Honzi y Liz Acosta
YAGUARÓN

Fredy Florenciano Brítez es el principal sospechoso de la muerte y violación de Felicita Estigarribia, el crimen que conmovió a todo el país, en el último día del mes de mayo de 2004.

El hombre, entonces de 22 años, fue visto por testigos caminando cerca de la niña, al cruzar el puente que pasa sobre el arroyo Yaguarón, en un camino vecinal del barrio Santa Librada de la ciudad que lleva el mismo nombre del arroyo.

El fiscal Darío Villagra, investigador del caso, no pierde la esperanza de que se pueda dar su detención y afirma que ya había intentado hacer lo mismo que hizo con Felicita con otras niñas de la zona.

“Sabemos que intentó hacer eso con otras niñas. Eso está en la carpeta, tenía una tendencia a la perversión, en el sentido que sus gustos iban hacia niñas”, expresó el agente del Ministerio Público.

Fredy, según los investigadores, no es oriundo de Yaguarón, sino que llegó a vivir en casa de una persona jubilada, como una suerte de casero. “Es una persona extraña a la comunidad que llamativamente vino detrás de una persona, un señor de edad. El término que me queda de la vecindad para calificarlo, el casero de don Fulano”, recuerda Villagra.

Otro de los datos que se tienen de Fredy es que probablemente era consumidor de estupefacientes y asiduo a los juegos de azar.

Los vecinos lo recuerdan como un hombre de pocos escrúpulos.

El testimonio de padres de familia, que consta en la carpeta fiscal, afirma que el prófugo buscaba aprovecharse de la situación de la ciudad, en que muchas niñas de la edad de Felicita se ven obligadas a trabajar para ayudar en la casa.

En ese sentido, según los testimonios, ofrecía víveres y otros alimentos que le eran proporcionados por el dueño de la casa donde vivía, según el testimonio de los investigadores.

LA POLICÍA NO OPINA

ÚH realizó varias consultas para saber los alcances de la investigación por parte de la Policía, pero ninguno de los encargados quiso dar una opinión sobre el caso.

Se consultó al comisario Benicio Ferreira, que está al frente del Departamento de Investigación de Delitos, pero se excusó de brindar una nota, afirmando que poco y nada conoce de la investigación. “Eran otros los investigadores en ese momento, por eso no me corresponde hablar”, indicó.

Misma respuesta recibimos del Departamento de Homicidios y también del departamento de Relaciones Públicas.

Para el fiscal Villagra, Fredy continúa viviendo en el país, ayudado por algunas personas para que pueda burlarse de los uniformados que lo están buscando por más de una década.

El hombre es oriundo de Ka’arendy, una localidad llena de asentamientos, de muy difícil acceso incluso para la Policía, ubicada en la frontera de los departamentos de Caaguazú y Alto Paraná.

En estos años que lleva huyendo de la ley, se vio imposibilitado de renovar sus documentos por la orden de captura que pesa en su contra, pero igual se habría ingeniado para permanecer en el país. “Tengo la sospecha como fiscal, sospecho que estaría usurpando la identidad de un familiar”, concluyó.

Lamentable error
“Una lamentable equivocación, no por la equivocación misma, sino por no encontrar al responsable de un crimen absolutamente despreciable”, había afirmado el ministro del Interior, Euclides Acevedo, al referirse a un operativo en el que supuestamente detuvieron al principal sospechoso, pero al final dijeron que no era.
El procedimiento fue realizado en la localidad de Villa Madrid, Limpio, en diciembre del año pasado.
Freddy Arnaldo Ibáñez Ruiz resultó ser el detenido en aquella ocasión y no Fredy Florenciano, según dieron a conocer los uniformados en aquella oportunidad.

El perfil de un abusador sexual, según la sicología

Alma Segovia
SICÓLOGA

Siguiendo la línea de Robert Hare, profesor emérito de la Universidad de Vancouver, considerado uno de los mayores expertos del mundo en este campo, quien creó una serie de señales que permiten avizorar la presencia de un depredador. Entre estos están: La irresponsabilidad, el consumo de drogas, un comportamiento impulsivo, afectos llenos de superficialidad, baja capacidad de remordimiento, locuacidad y encanto superficial.

También se ve la exaltación del valor del yo, necesidad permanente de estimulación, mentiras patológicas, manipulación de la conducta.

Si bien es cierto que debido a la elevada diversidad de variables que influyen en la perpetración de un acto de este tipo no se puede hablar de un único perfil de violador, es posible localizar una serie de variables que si bien no se aplican en todos los casos, son muy comunes entre los diferentes tipos de agresores sexuales.

Una gran mayoría de violaciones son llevadas a cabo por sujetos con una personalidad dentro de lo “normal” y que tienen amigos, familia y trabajo. El objetivo real de su acción no es obtener gratificación sexual. En su mayoría, las personas que cometen una violación sabiendo qué están haciendo buscan y se ven atraídos por la idea de ejercer dominación. Se han dado casos en que la víctima es alguien físicamente más fuerte que el agresor, pero, por norma general los individuos que cometen agresiones sexuales buscan víctimas que consideran físicamente más débiles que ellos o de las que conocen puntos débiles a aprovechar.

Esta niña tenía todo un esquema de vulnerabilidad a su alrededor, sobra mencionar que ella se desempeñaba como vendedora, sin referentes que pudieran protegerla y con apenas 11 años.

El hecho de que nunca lo hayan capturado es un indicador importante, de que recibe ayuda.

No se trata de un enfermo mental, se encuentra tal vez camuflado en la sociedad, haciendo una vida, digamos normal, lo que tal vez nos pondría frente a un sicópata quien plenamente consciente, con un nivel de inteligencia promedio, con su capacidad de seducción y con las demás características ya mencionadas mas arriba, que tal vez haya vuelto a matar, esta vez sin dejar huella alguna o continúe violando impunemente.

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