Por Andrés Colmán Gutiérrez y Wilson Ferreira | CIUDAD DEL ESTE
Fue la era de oro de la gran ciudad-shopping de la Triple Frontera, iniciada en los años 70 y 80, cuando la prestigiosa revista Fortune incluyó a la entonces Ciudad Presidente Stroessner entre las que manejaban los mayores volúmenes de operaciones comerciales a nivel mundial, junto a Hong Kong, Miami y Panamá.
Ahora, eso ya no existe. Aunque los llamados “sacoleiros” o “compristas” brasileños (y en menor medida, argentinos) siguen llegando, el volumen se ha reducido mucho: 60% en los últimos dos años, según la Cámara de Comercio y Servicios de Ciudad del Este y la Fedecámaras.
CALLES VACÍAS. Ahora es fácil caminar por las calles de la capital del Alto Paraná sin ser atropellado por legiones de personas con pesados bultos sobre el hombro o por ejércitos de mototaxistas.
Ahora hay días en que el paisaje es desolador: calles vacías, galerías comerciales poco concurridas, vendedores que se aburren sentados frente a sus puestos callejeros esperando clientes, taxistas que se pelean por los pocos “sacoleiros”.
La crisis llegó.
La “era de oro” terminó.
EFECTOS. Los datos estadísticos revelan la dimensión de la crisis. Desde el 2012 se cerraron más de 1.000 locales comerciales y se han perdido miles de puestos de trabajo. La Oficina Regional del Trabajo recibe a diario la comunicación de ceses de actividades laborales por parte de empresarios, y se acumulan los expedientes por casos de despidos.
“Antes, en este local llegaban 3.000 turistas brasileños por día, ahora hay días en que apenas llegan unos 50", estima Raúl Ortega, quien atiende en un pequeño local de venta de accesorios para teléfonos celulares en la galería Lai Lai. Si la crisis continúa, sus patrones ya anunciaron que cerrarán el negocio y despedirán a los empleados, “para no seguir perdiendo plata”.
LAS CAUSAS. “Es por culpa de los militares brasileños, que a cada rato hacen sus operativos de control en la frontera y asustan a los sacoleiros. Lo hacen porque quieren perjudicar al Paraguay”, asegura Manuela Ramírez, vendedora.
“Es por la diferencia del cambio de monedas, el real y el peso ya no tienen valor y a los turistas les sale más caro venir a comprar en Paraguay. Eso va a cambiar”, cree Luis Morán, comerciante.
Juan Santamaría, presidente de la Fedecámaras, tiene una visión distinta: “Esta crisis marca el final de un ciclo. La época de la venta fácil y masiva a los brasileños, ya se acabó. Ahora debemos ajustarnos los cinturones, reconvertir nuestra manera de hacer negocios y tener nuevos planes para una época muy diferente”.