01 feb. 2025

Cruel sistema

“Perded toda esperanza, vosotros, los que entráis aquí”, es una de las traducciones de la inscripción en la puerta de entrada al infierno de la obra La divina comedia, de Dante Alighieri, específicamente en el Canto III.

Esta frase, adaptándola a la realidad, es comparable con la cruda realidad que vive un gran porcentaje de los pacientes con cáncer que ingresan al sistema de salud pública del país.

Ellos abandonan toda esperanza de salvación y descienden a los infiernos, al desesperante dolor, al acuciante sufrimiento, a los llantos perturbadores, a los gritos de dolor que no son oídos por el sistema burocrático.

A los enfermos oncológicos pareciera que los condenan a no salvarse en este sistema cruel. Hay excepciones, pero hoy me centraré en lo acontecido esta semana con el caso de Norma Flores Allende, a quien llamaron a informarle sobre la disponibilidad de Ribociclib solicitado vía amparo al Ministerio de Salud Pública (MSP), a cinco meses de la muerte de su madre Norma Benítez.

Con la mirada perdida y aún con rastros del golpe anímico, Norma Flores Allende, comparó al sistema de salud con la violencia: lo que ella vivió junto a su madre es violencia, una violencia derivada del sistema burocrático.

Norma Flores hurgaba entre los documentos finamente organizados en una carpeta de color verde limón, que guardaba con recelo, para demostrar el camino del sufrimiento y la burocracia que vivió junto a su madre para tramitar un medicamento, que podría mejorar su calidad de vida.

A Norma le sobran palabras al hablar del sufrimiento y dolor que vivió su madre en la etapa más cruel de la enfermedad: la de los cuidados paliativos.

Desde su experiencia, ella describe un sistema que no funciona, que está en un estado de guerra, desabastecido y siempre colapsado. Un sistema de salud que no logra responder a la demanda de los enfermos con cáncer.

El camino que transita una familia junto a un enfermo con cáncer creo que es de desesperanza, es como estar condenados en esta vida terrenal a un infierno, del cual uno no logrará salvarse.

El caso de Norma Flores Allende desata indudablemente sentimientos de rabia, impotencia, tristeza, un nudo en la garganta, en medio de las historias de despilfarros de salarios en el Congreso Nacional, cuyos sueldos rondan el precio de una ampolla para quimioterapia.

El cáncer es una de las enfermedades catastróficas que figuran como una de las principales causas de muerte en las Américas, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). La organización estima que en 20 años la enfermedad afectará a seis millones, dos millones más de personas que en el 2020. Los fallecidos en ese mismo año fueron 1.400.000. Las cifras son contundentes.

En el país, no hay seguro privado que cubra un tratamiento integral, ni en el sistema público.

Es imperante que el Estado garantice una salud pública integral. Pero es necesario un énfasis en la garantía para las enfermedades catastróficas, debido a su alto costo en el tratamiento.

O, caso contrario, todos y todas, finalmente en algún momento de nuestras vidas, estaremos condenados y condenadas a perder la esperanza de la salvación.

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