Por Fernando Boccia
TAIPÉI
Viernes. Once de la noche. Sur de Taipéi. Un pequeño apartamento esta noche alberga a poco más de una quincena de jóvenes paraguayos. Nadia Ruiz, una suerte de líder natural del grupo, asume su rol y alza la voz para pedir la palabra al grupo un momento.
El alboroto desaparece y, en segundos, todos la escuchan en silencio, anticipando lo que va a decir. “Como saben, CM nos deja”. CM no es un community manager, sino Carlomagno Pintos, un ingeniero químico y ex becario paraguayo en Taiwán que, luego de seis años, abandonará la isla del sureste asiático para migrar a México por motivos laborales.
Nadia pronuncia unas palabras para homenajear a CM y a su tiempo en Taiwán, dejando escapar algunas lágrimas, al igual que el homenajeado. Luego, todos levantan sus vasos para brindar por CM. Los shots vienen después.
Esta escena se viene repitiendo de distintas formas desde hace varios años en Taipéi: Taiwán es el país con la mayor cantidad de becarios paraguayos en el mundo.
Cambiar de vida
“Honestamente, puedo cocinar cualquier cosa que comía en Paraguay. No hay absolutamente nada que no pueda hacer, y si me falta un ingrediente, busco online y encuentro”, asegura Nadia, de 37 años, mientras el resto de los paraguayos festejan y despiden a CM. Oriunda de San Lorenzo, lleva cinco años viviendo en Taiwán, donde hace un doctorado en Educación, específicamente en aprendizaje digital.
Más que la comida, el idioma o la distancia, el verdadero shock cultural, sostiene, es la forma en que se trabaja y estudia en la isla.
“Trabajan muchísimo y son de hacer horas extras. Lo mismo se ve en la universidad. En el momento en que te das cuenta de que podés quedarte atrás, empezás a tomar el mismo ritmo, a preocuparte de la misma manera y te vas adaptando lentamente”, comenta Nadia.
Para Pablo Orué (35), también estudiante de doctorado en Relaciones Internacionales, la sensación de seguridad es quizás el mayor impacto para cualquier migrante, especialmente de nuestra región.
“Creo que para cualquiera que viene de Latinoamérica eso es algo que sorprende y no deja de sorprender. Dejar tus cosas en cualquier lugar, ir al baño o a otro lado, volver y encontrar todo intacto. O caminar por la calle de madrugada y escuchás una moto, ya te preparás para correr o tirar tus cosas; pero en realidad, es solo un recuerdo de cuando vivías en Paraguay. Aquí no pasa nada”, explica entre risas.
Pablo dice que las tensiones geopolíticas con China Continental, que considera a Taiwán como una provincia rebelde que algún día volverá a ser anexada, si bien discursivamente tienen una escalada desde hace unos años, no repercuten en mayor medida en el día a día de los taiwaneses.
“Se nota que es algo a lo que ellos ya están acostumbrados desde hace mucho tiempo y crecieron con las noticias de que ‘China manda aviones’, ‘China manda barcos y rodean la isla’. Creo que en general todos tienen cierta preocupación, pero no llega a afectar en el día a día”, reflexiona.
Los idiomas
Sara Duarte, de 24 años, es de Capiatá. En el 2018, un compañero de sus clases de inglés la sorprendió anunciándole que viajaría becado a Taiwán.
Desde entonces, la idea de estudiar en esta isla se instaló en ella hasta que en setiembre de 2022 finalmente viajó, con una beca del Ministerio de Relaciones Exteriores de Taiwán que cubre cinco años de estudios en la carrera de Lengua Inglesa.
Como en otras becas, el primero de esos cinco años está dedicado exclusivamente a estudiar chino mandarín. Hoy las clases de Sara son completamente en inglés, pero ese primer año fue especialmente desafiante debido a las clases de chino mandarín.
Para algunos paraguayos, este puede ser el mayor obstáculo. Además de ser un idioma completamente distinto al español en su raíz, las clases durante ese primer año son intensivas.
“Son tres horas de clase todos los días. Todos los días tenés tarea, incluyendo de recording (con grabaciones) que hay que enviar sí o sí. Tenés examen de dictado, pequeñas pruebas al final de cada unidad y exámenes más complejos al concluir el libro. Entonces realmente es intensivo”, advierte Nadia.
Ignacio Zarza, un oficial de policía de 27 años procedente de Itauguá que cursa una maestría en Ciencias Policiales, destaca que no solo el chino es importante, sino también el inglés, especialmente para los recién llegados.
Cuando tenía 12 años, su madre inscribió a Ignacio en un instituto de inglés para que “hiciera algo” los sábados por la mañana. Más de una década después, ese conocimiento en inglés le valió acceder a una beca de tres años en Taiwán.
“Para nosotros, la barrera del idioma es grande porque el inglés no se aprende bien en las escuelas ni en las universidades. Aquí el idioma oficial es el chino, pero a través del inglés podés comunicarte. Si no sabés hablar inglés, es muy difícil”, asegura.
“Cuando tengo techaga’u, como empanadas”
Walter Orué tiene 32 años y es licenciado en Letras de la Universidad Nacional de Asunción. Oriundo de Piribebuy, ya con una carrera como docente de inglés, Walter decidió probar una vida del otro lado del mundo hace tres años.
“Quise probar Taiwán porque mi idea era hacer mi posgrado acá. Quise probar los seis meses de estudio de la lengua china como un ejercicio para ver si realmente me iba a gustar el lugar o no. En todo caso, después volver a Paraguay y aplicar a otra beca al año siguiente”, relata Walter.
La travesía fue un poco más complicada de lo usual: Llegó al aeropuerto de Hong Kong en medio de un brote de Covid-19 en 2021. Pasó 18 horas en el aeropuerto. “Era un poco como la película La Terminal”, cuenta riendo.
Al terminar la beca Huayu –que contemplaba medio año de aprendizaje de chino con un sueldo mensual administrado por él, suficiente para no tener que trabajar– Walter ya estaba trabajando como profesor de inglés en Taipéi.
“En vez de volver a Paraguay para aplicar a otra beca en Taiwán y perder otra vez mucho tiempo, quizás un año, directamente apliqué a una universidad acá, dije que me iba a pagar con lo que trabajaba”, señala.
Es así que hoy está haciendo una maestría en Lingüística en el National Taiwan Normal University.
“Apliqué y me aceptaron entrevistar. Me entrevistaron y me dijeron que me aceptaban en la universidad y ahí decidí quedarme. La maestría no es tan cara como en otros países y me la puedo pagar yo solo con mi trabajo”, cuenta.
Su línea de investigación es el guaraní, específicamente la sintaxis teórica. “Acá me dan todas las herramientas para investigar sobre el guaraní”, declara.
“Cuando tengo techaga’u, como empanadas, pero por suerte no tengo tanto techaga’u. Una vez al año pedimos dulce de leche de Argentina y cuando vienen paraguayos me traen chipita. Hasta ahí llega”, sostiene entre risas.
Opciones disponibles
Según datos de la Embajada de Paraguay en Taiwán, hay cerca de 500 becarios paraguayos en el país asiático. De estos, más de 340 reciben becas del Ministerio de Relaciones Exteriores de Taiwán (MOFA, por sus siglas en inglés), del Fondo para la Cooperación y el Desarrollo Internacional (ICDF) y de la beca Huayu de idioma chino-mandarín, y más de 140 son estudiantes de intercambio de la Universidad Politécnica Taiwán-Paraguay.
“Las becas que ofrece Taiwán, en comparación con el resto de las disponibles en Paraguay, son las que más cobertura brindan. Muchas becas solo cubren el costo académico, pero generalmente estas (las de Taiwán) cubren totalmente los gastos de los chicos, ya que con la cantidad de dinero que se les otorga, normalmente pueden pagar el costo académico y su manutención aquí”, resalta el embajador paraguayo en Taipéi, Carlos Fleitas.