“Siempre que se trate de papel común, cualquiera puede falsificar”, sostiene Gustavo Adolfo Morales, presidente de la Asociación de Industriales Gráficos del Paraguay, respecto al caso de las recetas cuadruplicadas apócrifas.
En su opinión, no se requiere recurrir a una imprenta para falsificar. “Basta con tener una computadora, una impresora y una escaner para hacer cualquier cosa. No hace falta una imprenta”, afirma. En cualquier barrio puede haber alguien falsificando recetas cuadruplicadas. “Escanean, dibujan encima e imprimen. La tecnología de hoy lo facilita todo”, insiste.
Por eso, dice, solo en la medida en que se pongan trabas -como el utilizar papel de seguridad, en vez de papel común para documentos como estas recetas oficiales-, se irá disminuyendo la falsificación, que se da en todo el mundo.
“Hasta los billetes son factibles de falsificar”, resalta. En su opinión, si realmente se quiere fiscalizar el consumo de los medicamentos sujetos a control, la única salida es que el Ministerio de Salud Pública disponga que las recetas cuadruplicadas se impriman en otro tipo de papel, con tinta de seguridad, etc. “Hay varios mecanismos que instituciones como el Ministerio de Hacienda usan. Es cuestión de que hallen el más conveniente para este caso y que Salud Pública informe sobre él a las farmacias”, sugiere.
Reitera que para falsificaciones gráficas no hay que pensar exclusivamente en las imprentas.