27 nov. 2024

“Cuando era chico yo solo decía ‘quiero ser hacker y viajar por el mundo’”

Raúl Benítez Netto debió cursar un año más para recibirse de ingeniero en Praga. Nunca se rindió, aprendió, trabajó en Europa y decidió regresar a sus raíces y enseñar todo lo aprendido a los más jóvenes.

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Raúl Benítez Netto.

Me llamo Raúl Benitez Netto, soy consultor informático en software y ciberseguridad, criado y malcriado en Encarnación. Me formé en la Universidad Técnica Checa de Praga, hoy en día aprendiendo a vivir en Asunción.

Cuando me preguntaban de chico qué quería ser cuando sea grande, yo solo decía: Quiero ser hacker y quiero viajar por el mundo.

Desde muy joven ya tenía una fijación enorme por las computadoras, primero por los videojuegos y luego por el código de programación. Ya desde los 14 años empecé mis primeras experiencias en programación con mi primer Hello World y un poco tiempo después, un amigo, me abrió el mundo a Linux. Esto recién comenzaba.

Mi familia siempre me fomentó la educación y la disciplina, era un chico tranquilo. A los 18 ya hacía lo que quería de mi vida, me dieron toda la libertad que quise; conocí un poco la noche, pero me di cuenta de que lo que quería, necesitaba mucho trabajo, entonces seguí el camino de la educación y la disciplina y me divertía de vez en cuando, no sé si por instinto o porque solo conocía ese camino.

A mis 19 años, mi papá fallece y el mundo se pone patas arriba. La necesidad me hace crecer, aprender otras habilidades no técnicas e insertarme en el mundo laboral, lejos de las computadoras aún. Siempre pensé que los ingenieros y que las habilidades técnicas cortan la torta en el mundo, iluso.

Me volví alguien con mucho ego, ocultando mi tristeza, llenando mis vacíos con ambiciones y expectativas, sumando más presión a la vida. De igual manera, con todos estos cambios, siempre tenía el apoyo de mi familia.

A los 21, gracias a un gran profesor, entro al mundo informático y hago mis primeros pasos. Una experiencia maravillosa que solo más tarde me daría cuenta de lo importante que fue.

A los 25, con las cosas tranquilas en casa, empiezo a buscar seguir con mi sueño: Viajar y ser un hacker (en realidad hacker es un término muy de Hollywood, pero lo utilizo para que todos me entiendan, los puritas abstenerse). Gracias a la UNI (Universidad Nacional de Itapúa) y al programa de becas Erasmus Mundus logré acceder a máster. Sabía que mucha gente con mejores notas y dedicación que yo, se estaban postulando. Entonces pensé buscar un lugar desconocido, donde no hablen español, que tenga algo en Informática y que me permita viajar. La Universidad Técnica Checa de Praga fue el lugar elegido.

Dificultades

Al ganar la beca empiezo una carrera contra el tiempo que creo que nunca iba a parar del todo. Las primeras semanas fueron demasiado, no podía creer que vivía en un cuento medieval, no podía creer que el mundo era mucho más grande y diverso y que lo estaba viendo.

Sin embargo, lo lindo dura poco; llegaron las clases y llegó el frío, semanas sin sol. Mi primer semestre fue un fracaso y el segundo creo que también, no estaba al nivel que tenía que estar o no le ponía la dedicación que tenía que poner. Pasé de ser uno de los mejores alumnos a uno de los peores, de esos que ni la hora quieres preguntar por miedo a que te diga mal (risas).

Entre el nuevo idioma, la soledad, las distracciones y la ansiedad acabaron conmigo.

Siempre pienso que cuando la suerte te toque a la puerta debés estar preparado para recibirla, pero también pienso que a la suerte hay que perseguirla. Así que empecé a conocer la universidad, me anotaba a clases y cursos de otras facultades, o charlas de empresas u organizaciones, ¡Me postulaba a trabajos! Solo para ir a las entrevistas que sabía que iba a fracasar para simplemente ampliar mi red de contactos y aprender de ello. En ese proceso conozco a una persona, que luego sería mi tutor de tesis, mentor y amigo, y que cambiaría la forma en que veo a la profesión y me ayuda a salir del pozo en que estaba y en el que yo solito me metí. Allí aprendí lo que luego sería un poco mi carrera: La ciberseguridad y la investigación.

Empecé a ponerle tanto empeño a todo, que mi tercer semestre fue el mejor que he tenido en mi vida. Al mismo tiempo, comencé a viajar y ver que el mundo es mucho más grande de lo que pensaba. Que cada individuo es distinto, pero al mismo tiempo somos todos iguales. Y, sobre todo, que las grandes sociedades se construyen con democracia, mucha cultura y educación, un camino largo.

El cuarto semestre fue un completo desastre, problemas con la tesis, problemas con las materias, problemas, aunque me haya empeñado demasiado en tratar de lograrlo. Esto hace que tenga que quedarme (y financiarme por mi cuenta) un año más en Praga, frustrado y triste. Mi frustración duró poco, me volqué a lo que mejor sé hacer; investigar y trabajar. Conseguí un trabajo en el mundo de desarrollo y empecé a hablar de mi tesis e investigación alrededor de Europa.

Me di cuenta de que no era tan grave que no es el fin del mundo y que estaba viviendo uno de los años más productivos de mi vida profesional. Volví a la universidad, volví a ponerle más garra que antes, volví a trabajar más duro que antes y logré terminar.

El regreso

La vida en Praga, luego de terminar la universidad fue buena, tenía un trabajo en desarrollo de software en una startup checa que me ayudó a financiar mis estudios finales, vivía solo, ya no más en departamentos compartidos, tenía pocos, pero muy buenos amigos; teatros, salidas, viajes y empezaba a ver qué iba a ser de mi vida. Lastimosamente nunca sentí que era parte de algo, no hablaba el idioma checo, no tenía más objetivos claros que perseguir y sentía que toda mi vida iba a ser extranjera, la soledad y la ansiedad empezaban a llenar mi cabeza de vuelta, ndavy'ái.

Tomé la decisión de volver a Paraguay, volví a mis raíces. Trato cada de día de compartir lo que aprendí, de desarrollar de donde puedo la profesión y fomentarla en los chicos, de enseñar con empatía, de ser esa mano que muchos necesitamos para sacarnos el humo de la cara que no nos deja ver nuestros objetivos y que nos hace planear demasiado, viviendo en el futuro y no ver que la vida pasa ahora. Creo que necesitamos un poco de improvisación para ver con claridad lo bello que aún tenemos.

Trato cada día de compartir lo que aprendí, de desarrollar la profesión y fomentarla en los chicos, de ser esa mano que muchos necesitamos para sacarnos el humo de la cara.

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