“Una mala alimentación es no variar los alimentos, ingerir demasiadas grasas o demasiadas proteínas, o comer en exceso ciertos alimentos que pueden causarnos enfermedades a corto o largo plazo”, advierte la licenciada en Nutrición y doctora en Biomedicina Eliana Meza.
Esta situación ocurre porque los patrones alimentarios cambiaron. “En lugar de preparar una comida fresca y nutritiva, se opta por alimentos listos para cocinar, es decir, alimentos procesados y ultraprocesados que contienen nutrientes críticos por sobre el nivel permitido por la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Estos serían las grasas totales, grasas saturadas, grasas trans, azúcares agregados y sodio”.
A un bocado de la enfermedad. “Cuando existe una mala nutrición, existe en paralelo la ingesta exagerada de ciertos alimentos y la privación de otros. Por ejemplo, el poco consumo de alimentos ricos en hierro puede generar en nuestro organismo anemia o el consumo excesivo de calorías puede conducirnos a padecer de obesidad”.
“La carga genética tiene mucho que ver con el riesgo de padecer diabetes o hipertensión”. Si hay antecedentes en la familia hay que ser más cuidadosos con la alimentación para no padecer algunas de las enfermedades.
¿QUÉ COMER? Las Guías Alimentarias del Paraguay recomiendan consumir azúcares y mieles en poca cantidad, leche y derivados tres veces al día, comer por lo menos tres frutas, cereales, tubérculos y verduras todos los días. La guía establece también que los aceites y grasas se consuman en poca cantidad, las carnes día de por medio, las legumbres dos veces por semana y el huevo de dos a tres veces por semana.
Comer saludable debe ser en todas las etapas de la vida, pero a medida que pasan los años el metabolismo se hace cada vez más lento, por lo tanto, no es lo mismo hablar de calorías que necesita un adolescente con cierta actividad física que las que necesita un adulto mayor quizás más sedentario, explicó. La doctora Meza recomendó que aunque uno no padezca una enfermedad es necesario recurrir al nutricionista para saber qué es lo que nuestro cuerpo necesita.