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LA HABANA, CUBA
Desde la invasión en la Bahía de Cochinos hasta la histórica visita del presidente Barack Obama, los cubanos han sabido por generaciones que en cualquier momento en que EEUU se volviera hacia la isla se iba a encontrar con Fidel Castro sosteniéndole la mirada.
La muerte del Comandante se suma al temor de los cubanos a que el nuevo presidente electo de la mayor economía del mundo, Donald Trump, dé un portazo a los embrionarios vínculos comerciales y turísticos, desandando dos años de acercamientos entre unos vecinos poco amistosos.
Trump ha tenido un tono muy diferente al del actual presidente Barack Obama, quien hace dos años llegó a un acuerdo con el hermano menor de Fidel, el mandatario cubano Raúl Castro, para acabar con medio siglo de hostilidades.
En la recta final de su campaña, Trump intentó ganar el voto cubano estadounidense de Florida asegurando que sería firme en su oposición a los Castro, y prometió que, de resultar electo, cerraría la recién inaugurada Embajada estadounidense en La Habana.
Previamente, en la campaña por las primarias de su partido, había dicho que restaurar los lazos diplomáticos con Cuba era apropiado, pero que Obama debió negociar un mejor acuerdo.
Ya con el triunfo en la mano, es difícil saber cuál será el enfoque de Trump. “No se ha decidido nada”, dijo el domingo la asesora de Trump Kellyanne Conway en el programa Meet the Press de NBC. “El presidente electo tomará esas decisiones una vez que asuma el cargo”.
No obstante, Reince Priebus, quien será jefe de gabinete a partir del 20 de enero, dijo que Trump pediría más libertades políticas al Gobierno cubano y que si no las consigue, la apertura retrocederá.
“No va a ser una relación unidireccional de Estados Unidos hacia Cuba sin que haya medidas del Gobierno de Castro”, dijo Priebus al programa de televisión Fox News Sunday.
Tras la muerte de Fidel Castro a los 90 años, Obama se refirió a él como una “persona única”, mientras que Trump lo llamó “un dictador brutal”.
El revolucionario barbudo comenzó su carrera derrocando a una dictadura apoyada por los Estados Unidos, repeliendo una invasión respaldada por la CIA en Bahía de Cochinos en 1961 y sosteniendo una pulseada con el presidente estadounidense John F. Kennedy durante la crisis de los misiles ese mismo año.
Durante sus 49 años en la presidencia, Castro cruzó recriminaciones con 10 presidentes de Estados Unidos, y si bien mantuvo un perfil mucho más bajo desde su retiro en 2008, nunca dejó de advertir a los cubanos de que no debían confiar en Washington.
Su hermano menor nunca cedió demasiado frente al Gobierno de Obama en términos de liberalizar el sistema político de partido único.
Pero muchos cubanos reconocen que contaban con el carisma y la oratoria de su fallecido líder para contrarrestar al ampuloso Trump.