Los gobernantes, en general, desprecian a la prensa independiente que denuncia la corrupción, los abusos de poder, el autoritarismo. Pero esa relación tirante es la más sana en democracia. Por ello, hay que estar alertas cuando los poderosos atacan a los medios porque, en realidad, buscan eliminar la libertad de expresión (que va más allá de la prensa).
El primer gran enojo presidencial con la prensa se dio cuando publicó el conflicto de intereses en la colocación de los millonarios bonos de IPS en un banco perteneciente al grupo financiero del que es accionista. Antes que responder a las preguntas reaccionó casi con virulencia y señaló como toda respuesta que era una “campaña mediática, mezquina y mentirosa”. No aclaró por qué la política financiera de la previsional tomó la sugestiva decisión de privilegiar a ese banco.
Ahora, con la publicación de su ostentosa mansión de verano en San Bernardino a un año y medio de su gestión, reaccionó nuevamente con enojo sin dar las explicaciones correspondientes a las que está obligado como mandatario. Respondió con ira haciendo un recorrido de su vida laboral. La respuesta era muy simple, pero él se enredó en su propia historia lanzando denuncias de extorsión. “Tengo 46 años y quiero vivir mucho tiempo más. Voy a tener que dar cuentas ante la Justicia, ante los ciudadanos, pero a mí no me van a callar. El Paraguay ya no se puede manejar más con base en intereses de pequeños grupos económicos. Yo no represento a ningún grupo económico. Yo no voy a callar a ningún medio de prensa, pueden decir todo lo que quieran”, eludió. Si el presidente admite ser víctima de extorsión de un grupo económico no solo está obligado a denunciar, sino a actuar. Pero él, llamativamente, se abre: “Yo no quiero entrar en la discusión de los grupos de poder”.
Al ostentar el máximo cargo político, con la ley en la mano y las instituciones republicanas, tiene el derecho, la capacidad y el blindaje necesario para no tener miedo y revelar los nombres de sus supuestos extorsionadores y sus intenciones. Al no hacerlo solo deja preguntas inquietantes. ¿Por qué no se atreve a denunciar? ¿A qué le teme? ¿O solo está usando una chicana para no dar explicaciones sobre sus bienes y apela al ataque?
AGENDA. La publicación de la ostentosa casa de verano presidencial dio pie a los ultras cartistas afectos al autoritarismo a plantear leyes para amordazar a la prensa. Es una amenaza que no hay que subestimar. Porque ya concretaron actos contra sus adversarios.
Empezaron con descabezar a la senadora Kattya González violando la ley. Aprobaron una ley garrote contra la sociedad civil, para acallar a aquellas organizaciones no gubernamentales que trabajan temas como la corrupción y crimen organizado. Se alertó que la siguiente víctima de la lista sería la prensa.
No hay que subestimar las bravuconadas. Tienen la suma de poderes para perpetrar sus objetivos. Controlan el Poder Legislativo para aprobar las leyes que quisieran, y en este momento no hay dentro del oficialismo corrientes que confronten al plan autoritario. El mismo Peña no estaba de acuerdo con la expulsión de Kattya ni de la ley anti- ONG y no pudo frenarlos.
El Poder Judicial tampoco tiene el coraje para plantarse.
FUEGO AMIGO. Por la propia dinámica del poder, el desgaste se inicia en el primer año de gestión. El cartismo, a pesar de la fortaleza de su mayoría y su férrea disciplina, empieza a mostrar grietas. Los intendentes plantaron bandera contra la ley que unifica las patentes y ya plantean la derogación de la ley. Otro hierro caliente es la suba de los peajes que rechazan los ciudadanos y que, por ahora, el MOPC mantiene.
Como si fuera poco, el senador Gustavo Leite sigue su campaña de críticas al Poder Ejecutivo, centrando su foco en Peña y Fernández Valdovinos. Ahora se unió a Antonio Barrios, médico y mano derecha de Horacio Cartes, para proponer un proyecto de ley para dotar el 100% de cobertura a enfermos de cáncer. El proyecto fue presentado en el quincho, el escenario del poder real en el país, dando a entender el apoyo elíptico del líder de Honor Colorado. Lo llamativo es que los dos senadores anuncian que los fondos saldrán del Presupuesto General de la Nación, del que recortarán “G. 300 mil millones de gastos superfluos”. Presupuesto que ellos aprobaron en diciembre y que llamativamente “no detectaron” durante su estudio.
Hay movimientos raros en Honor Colorado que descolocan a sus seguidores.
Para quienes tienen esperanzas en que Peña frenará los vientos autoritarios confrontando a su movimiento, es mejor que vayan pensando en otras estrategias. Además de su debilidad de origen, el desgaste natural del poder y sus “desprolijidades financieras” que ya levantan críticas en su propio corral, el Presidente necesitará aún más de su padrino político que controla la tropa, y no tendrá empacho en ofrendar lo que sea para asegurar su sillón.