Hace un año, Arami y Mbarete nacieron en la isla San Alonso, dentro del Parque Nacional Iberá, en Argentina. Sus nombres significan Cielito y Fuerza, en el dulce idioma guaraní.
Su padre es Chiqui, un yaguareté paraguayo, mientras que la madre es Tania, que nació en cautiverio y perdió una pata a causa de un accidente en el zoológico argentino Batán. Ella no solo logró adaptarse, a pesar de la amputación que sufrió, sino que también pudo ayudar en el programa de reproducción que busca evitar la extinción de los yaguaretés.
Tania había sido trasladada a la reserva privada de San Alonso, en Iberá, Corrientes, en el marco del Plan Nacional de Conservación del Monumento Natural Yaguareté y con Chiqui se convirtieron en los padres de dos cachorros.
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Chiqui solo permaneció durante dos años en Corrientes, ahora está en el Refugio Faunístico Atinguy, de la Entidad Binacional Yacyretá, en Ayolas, Departamento de Misiones.
Arami y Mbarete ya se desenvuelven solos y ya no necesitan de su madre para conseguir alimento, pero siguen interactuando y jugando con su mamá, informó el medio correntino Diario Época.
El tiempo no se detiene, los felinos siguen creciendo sanos y se aproximan a la etapa natural de separación de su madre.
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El recinto es monitoreado con cámaras de vigilancia y los animales son controlados por el equipo de biólogos, desde sus oficinas, a tres kilómetros del recinto. El objetivo es que no haya interferencia humana para que los cachorros puedan desarrollar un comportamiento natural.